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Noticia de Begoña Gómez y la ética periodística
El Confidencial ha realizado una exhaustiva reflexión deontológica antes de publicar las informaciones que conciernen a la esposa del presidente del Gobierno. La conclusión es que de no haberlas publicado no hubiera cumplido con su obligación
Escribo este texto en mi condición de presidente del Comité Editorial de El Confidencial (un órgano asesor del editor, del director y los demás responsables de las distintas áreas del diario). También como director en su momento de dos periódicos (El Correo y ABC) en los que tuve la oportunidad de impulsar las nuevas ediciones de sus libros de estilo que establecían pautas sobre los debidos comportamientos deontológicos, es decir, éticos, de los periodistas.
"La información, en el contexto actual, era relevante y no ha sido rectificada ni desmentida"
Se ha producido un interesado debate sobre la deontología de publicar informaciones —adelantadas por este periódico— sobre las reuniones mantenidas por Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, con el consejero delegado de Globalia, Javier Hidalgo, que patrocinó su actividad docente en una escuela de negocios a través de una sociedad del holding denominada Wakalua. En una de esas reuniones estuvo presente, por su condición de asesor de la compañía, el presunto cabecilla de la trama de comisiones ilegales en las adjudicaciones de contratos de adquisición de mascarillas durante la pandemia del coronavirus, Víctor de Aldama. Air Europa, del grupo Globalia, compañía que financió la posición docente de Begoña Gómez, fue rescatada con fondos públicos y tuvo contratado durante los prolegómenos de esa decisión del Consejo de Ministros a Víctor de Aldama.
"El Confidencial no hubiera cumplido con su deber si omitiera la información sobre la esposa del presidente"
Los profesionales de El Confidencial que han proporcionado en exclusiva esas y otras informaciones no han vertido juicios de valor. Han descrito hechos ciertos: fechas y circunstancias objetivas de contexto de esas reuniones y decisiones. Y la dirección del periódico, con el mejor criterio deontológico y profesional, tomó la acertada decisión de publicarlas por considerarlas de interés público una vez se destapó la presunta trama de corrupción que encabezan Koldo García Izaguirre y Víctor de Aldama en indiciaria connivencia con José Luis Ábalos.
"La información se atuvo a los códigos deontológicos del Consejo de Europa, de los Periodistas Españoles y de la BBC"
Como bien escribió Nacho Cardero, director de El Confidencial, "nunca hablamos de nuestras propias exclusivas. Pero esta es diferente". En efecto, porque la información concernía a Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, sin ninguna responsabilidad de carácter público, aunque sí es una persona de relevancia social. En este sentido, y para evitar conflictos de interés de los altos cargos de la Administración General del Estado, se considera en el artículo 11. 2. b) de la ley 3/2015 que los personales de sus cónyuges lo son, también, del alto cargo. En el ámbito de aplicación de esta ley están incluidos todos los miembros del Gobierno.
Desde esta perspectiva —la protección de la privacidad— se valoraron atentamente los criterios deontológicos que debían observarse, contestando previamente a la siguiente pregunta: ¿Es noticia, o no lo es, que Begoña Gómez se haya reunido en un momento determinado y con dos personas tan significadas, una vez destapada la trama de corrupción del cobro de comisiones ilegales en la que se investiga a Víctor de Aldama, uno de sus interlocutores? La respuesta fue, y sigue siendo, rotundamente afirmativa. Más aún, El Confidencial no estaría cumpliendo con su obligación de informar verazmente si, por razones de oportunidad o de otra naturaleza, hubiera ocultado esa información de indudable interés público.
A partir de ahí, El Confidencial se atuvo a los códigos deontológicos de mayor y mejor referencia. En primer lugar, al Código Europeo de Deontología del Periodismo, aprobado por unanimidad en la Asamblea Permanente del Consejo de Europa el 1 de julio de 1993. En su punto 22 advierte de que "las personas que tienen funciones en la vida pública tienen derecho a la protección de su vida privada, salvo en los casos en que ello pudiera tener incidencias sobre la vida pública".
"La ley prevé expresamente que los cónyuges de cargos públicos pueden provocar conflicto de intereses"
El Confidencial, igualmente, ha tenido en cuenta el Código deontológico de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, aprobado también en 1993, pero revisado en 2017, concordante con el del Consejo de Europa. Y como referencia internacional, se consultaron las denominadas Directrices editoriales. Valores y criterios de la BBC, publicadas en España en un volumen por la Asociación de la Prensa de Madrid en 2007. Este Código define como de "interés público" la información que permita "a las personas tomar una decisión más fundamentada sobre temas de relevancia pública" (páginas 51 y siguientes).
Además, se ha estudiado la jurisprudencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo sobre los límites a la libertad de expresión y los supuestos de amparo a los derechos al honor, la intimidad y la propia imagen y la doctrina consolidada del Tribunal Constitucional en esta materia. Por fin: no ha mediado rectificación alguna a las informaciones relativas a la señora Gómez.
"La información debe publicarse, si es veraz, sin miedo porque nuestro Estado reconoce la libertad de prensa y prohíbe la censura"
Rafael Mainar, autor de El arte del periodista, obra publicada en 1906 y recuperada por la editorial Destino en 2005, escribió que nuestro oficio de periodistas concluirá "cuando no haya adelantos que propagar, injusticias que denunciar, débiles a quienes amparar, fuertes a los que contener, entuertos que enderezar, aspiraciones que defender, teorías que discutir, verdades que investigar, leyes que combatir y hombres que mejorar". Por eso, el autor definió el periódico como "la historia que pasa".
Y es propósito de El Confidencial, como repite en todas las sesiones de su Comité Editorial el presidente-editor, estar, con veracidad y rigor, en esa historia colectiva, sin filias y sin fobias, con pluralidad y con independencia. Y al tiempo, desprenderse de cualquier miedo a amenazas, vinieren de donde vinieren, porque el nuestro es un Estado de derecho que ampara las libertades civiles y, en particular, las de expresión y libre información, proscribiendo la censura.
A todos estos criterios profesionales y deontológicos, previamente valorados por el director del diario, responden las informaciones que se refieren a Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno. Detrás de esas noticias solo hay una intención que consiste en cumplir con el compromiso fundacional de El Confidencial de contribuir a una sociedad más libre y mejor informada.
Escribo este texto en mi condición de presidente del Comité Editorial de El Confidencial (un órgano asesor del editor, del director y los demás responsables de las distintas áreas del diario). También como director en su momento de dos periódicos (El Correo y ABC) en los que tuve la oportunidad de impulsar las nuevas ediciones de sus libros de estilo que establecían pautas sobre los debidos comportamientos deontológicos, es decir, éticos, de los periodistas.
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