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Sánchez y los mandarines (un pacto inviable para comprar tiempo)
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Sánchez y los mandarines (un pacto inviable para comprar tiempo)

Sánchez, y el mandarinato fracasado del PSOE y de ERC compran tiempo, secuestran al PSC y a Illa y estiran la legislatura. Ya saben que el pacto es inviable

Foto: Pedro Sánchez tras terminar el balance del curso político. (EFE/Mariscal)
Pedro Sánchez tras terminar el balance del curso político. (EFE/Mariscal)
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El 3 de agosto de 2006, cuando ya se había refrendado en junio anterior el segundo Estatuto de Autonomía de Cataluña, Jordi Pujol envió una carta al que fuera consejero de Educación del Gobierno Vasco, Pedro Miguel Echenique en la que le decía lo siguiente:

Lo que realmente sucedió es que en las elecciones (generales españolas) de 1977 y 1979, el nacionalismo catalán salió bastante debilitado. CiU fue la cuarta fuerza política (detrás del PSC, del PSUC, de UCD). Y ERC era casi inexistente. No fue hasta 1980 que nos convertimos en la primera fuerza del país. Por consiguiente, cuando en Sau se discutió el Proyecto de Estatuto, por un lado, los partidos de izquierda y, por otra, UCD estaban en clara mayoría, y nuestros intentos de introducir el Concierto o algo parecido no prosperaron

El expresidente de la Generalitat durante 23 años (1980-2003), continuaba así la misiva:

Cuando luego intentamos plantearlo nuevamente en Madrid, lo hicimos ya con el hándicap de lo sucedido en Sau y en Barcelona, y con una radical oposición, tanto de UCD como del PSOE. Trías Fargas hubiera podido explicar esto con todo detalle y también Roca podría hacerlo. Pero yo, personalmente, puedo explicar lo que sobre el particular me dijeron Suárez, Gutiérrez Mellado, Fernández Ordóñez, Garrigues y también Ernest Lluch. Y algún otro alto personaje socialista, que se expresó en términos que me resisto a explicarle por escrito. Volviendo a Cataluña y al ámbito estrictamente catalán, las claves de este comportamiento de las izquierdas fueron dos. La primera, su docilidad al PSOE y al PCE. La segunda, por desgracia de mucho calado, la ideología izquierdista, en gran parte marxista y […] enamorada de lo que llamaban moderno y post moderno, […]todo muy 68

Tres razones catalanas contra el concierto

De este texto da cuenta el historiador navarro Fernando Mikelarena en una entrada de su blog bajo el título La emulación catalana de los regímenes concertados vasco y navarro, fechada en 2012 a propósito de la negativa de Mariano Rajoy a acceder, como le pedía Artur Mas, a un pacto fiscal para Cataluña, excusa de los nacionalistas para desatar el proceso soberanista. Sin embargo, Pedro Luis Uriarte, exconsejero de Hacienda del primer Gobierno Vasco y en 1980 presidente de la Comisión Negociadora Vasca del Concierto, ofrece en su libro titulado El Concierto Económico de 1981: antecedentes y negociación, de referencia en este asunto, una versión diferente (páginas 481 y siguientes).

Según el que también fuera consejero delegado del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), en 1980, y en plenas negociaciones de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas, el ministro de Hacienda del Gobierno de Suárez, Jaime García Añoveros , ofreció explícitamente una fórmula de financiación a Cataluña similar a la concertada, que Ramón Trías Fargas, consejero de Economía y Finanzas de la Generalitat, rechazó por tres motivos: en primer lugar, el político, al valorar como impopular y complicado que la Generalitat recaudase impuestos; en segundo lugar, el económico, al estimar que siendo entonces tan mala la situación económica general un sistema concertado no le traería cuenta a Cataluña y, en tercer lugar, el pragmático, porque estimaba que la capacidad política del nacionalismo catalán tendría fuerza suficiente para arrancar ventajosas condiciones de financiación al Gobierno central.

Un modelo 'único' en el mundo

Ciertamente, tanto la tesis de que la izquierda catalana consideraba el Concierto como una "antigualla" (sic. en la versión de Pedro Luis Uriarte, página 490 de su libro) como la más coyuntural manifestada por Trías Fargas, fueron complementarias y así los dirigentes nacionalistas se instalaron cómodamente en el régimen común de financiación de las comunidades autónomas hasta que varias décadas después de su aprobación se dieron cuenta de lo que el representante vasco en la comisión negociadora del Concierto consideró un "error histórico" (página 491). Aunque Uriarte ya advirtió de que el "cartero siempre pasa dos veces".

En 1988 el Tribunal Constitucional sentenció a qué territorios históricos se refería la Disposición Adicional Primera de la Constitución que es el título habilitante para el Concierto vasco y el Convenio navarro:

Aquellos territorios integrantes de la Monarquía española que, pese a la unificación del Derecho público y de las instituciones políticas y administrativas del resto de los reinos y regiones de España, culminada en los Decretos de Nueva Planta de 1707, 1711, 1715 y 1716, mantuvieron sus propios fueros (entendidos tanto en el sentido de peculiar forma de organización de sus poderes públicos como del régimen jurídico propio en otras materias) durante el siglo XVIII y gran parte del XIX, llegando incluso hasta nuestros días manifestaciones de esa peculiaridad foral. Tal fue el caso de cada una de las Provincias Vascongadas y de Navarra.

Foto: Francisco Pérez, director de IVIE. (Web IVIE)

Efectivamente, porque Navarra y Álava disfrutaron del sistema paccionado desde el siglo XIX sin solución de continuidad, y Vizcaya y Guipúzcoa hasta 1937, ambas provincias a las que Franco se lo retiró por su condición de 'traidoras' en la guerra civil. De tal manera que la Constitución Española se limitó (lo que no fue poco) a reponer para ambas el Concierto y establecer este sistema de financiación en la democracia. Ni la II República suspendió o alteró el pacto financiero con esos territorios. Apenas si hubo discusión cuando la primera ley del Concierto Vasco se debatió en el Congreso en abril de 1981. Los portavoces socialistas Carlos Solchaga (en representación de los vasco-navarros) y Enrique Barón (en representación del PSOE), apoyaron con reservas sobre el cupo, la financiación vasca y navarra. De los 253 diputados presentes en la sesión (los que no estaban de acuerdo de UCD se ausentaron), 231 (91,3%), seis votaron en contra, quince se abstuvieron y solo hubo un voto nulo. Aquella ley tenía una vigencia temporal de veinte años, así que cuando venció en 2002 se aprobó otra ya con carácter indefinido, ahora vigente. Las dos leyes fueron de artículo único, limitándose así el debate parlamentario. Ese escenario es ahora impensable para avalar el acuerdo entre el PSC y ERC.

¿Por qué se mantuvo el Concierto vasco y el Convenio navarro? Por consistir en un residuo foral tras la ley que abolió los fueros en 1876 que mantenían 'exentas' a las provincias vascas; por el escenario infernal de la Euskadi abatida por el terrorismo de ETA suponiendo tanto UCD como PSOE que había que combatir políticamente a la banda terrorista estableciendo de hecho una relación confederal con el País Vasco comprando así el criterio del PNV, y porque desde el punto de vista financiero la fórmula era sostenible: entre Navarra y el País Vasco sumaban menos del 8% del PIB nacional. Todo ello llevó, como también expresa en su relato Pedro Luis Uriarte, a instituir un "modelo único en el mundo". Su fuerza era su singularidad: por eso la extensión del 'modelo' debilita al Estado y al sistema vasco-navarro, sostenible por su dimensión y por su unicidad.

El acuerdo PSC-ERC, inviable

El acuerdo, respaldado el viernes por las bases de ERC, entre el PSC y los republicanos para investir a Salvador Illa, es inviable. Y las razones de ello son tan evidentes que es imposible que ni unos ni otros no contemplen la imposibilidad de implementarlo. Veamos:

1) Las materias acordadas (no solo referidas a la financiación) son indisponibles tanto para el PSC como para el PSOE porque afectan a la estructura constitucional. Es un despropósito, además, que la investidura de un presidente autonómico sea condicionante de la financiación de las demás comunidades autónomas y la deteriore gravemente.

2) El sistema paccionado, que implica también facultades normativas de Cataluña propias sobre fiscalidad, sustrae al Estado el control tributario sobre el 20% del PIB de España, que, si se suma al 8% de País Vasco y Navarra, llega a casi al 30% lo que debilita al Gobierno central y asesta un duro golpe a los ingresos de las comunidades de régimen común, tal y como ha explicado en El Confidencial Javier Jorrín.

3) El pacto fiscal, que implica también una hacienda propia catalana, carece de habilitación constitucional. En el mejor de los casos requeriría una reforma de la Constitución para introducir una nueva Disposición Adicional (sería la quinta) que contemplase el sistema paccionado para Cataluña. Una reforma no agravada de la Constitución exigiría el voto favorable de tres quintos de las Cámaras (artículo 168 de la CE)

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, estrecha la mano del presidente de Asturias, Adrián Barbón. (Europa Press/Jorge Peteiro)

4) El Concierto para Cataluña, además de la habilitación constitucional, debe estar contemplado también en el Estatuto de Autonomía ahora vigente, como lo está en el vasco de 1979 y en la Ley de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra de 1982 . Los estatutos autonómicos son leyes orgánicas que requieren mayoría absoluta en las dos Cámaras (artículo 81, 146 y 147 de la CE).

5) Sería indispensable también la reforma de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA) para introducir una novena disposición adicional que, como la primera y la segunda relativas al País Vasco y Navarra, excluya a Cataluña del régimen común y

6) Por fin, tanto un eventual Concierto catalán como el cupo y una revisada aportación a la solidaridad, exigen regulación por ley (o leyes) ordinarias similares a las que instrumentan el sistema paccionado en el País Vasco y Navarra.

No es un 'cambio de ciclo', es un replanteamiento constitucional

Como es fácil deducir no estamos ante 'un cambio de ciclo', como proclama con un eufemismo que trasluce su mala conciencia la izquierda que defiende este acuerdo, sino ante el intento de una revisión completa de uno de los aspectos nucleares de la Constitución y del bloque normativo que la desarrolla. No es tampoco, en absoluto, una federalización del sistema autonómico, afirmación de Pedro Sánchez rebatida en este apodíctico párrafo del análisis del constitucionalista vasco Alberto López Basaguren, el más notable teórico del federalismo en España:

El acuerdo que se propone para Cataluña nos aleja radicalmente de los sistemas federales de referencia: Estados Unidos, Suiza, Alemania, Canadá, e, incluso, la cuasi confederal Bélgica que carecen de un sistema similar. Nos aleja del necesario proceso de perfeccionamiento del que está necesitado nuestro sistema autonómico. Y tiene como resultado el debilitamiento fiscal del Estado lo que limitará la capacidad del gobierno del conjunto del país.

El propósito de Pedro Sánchez no casa en absoluto con el planteamiento federal del PSOE de 2011 impulsado por su entonces secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba que en una declaración al efecto situaba al socialismo en una evolución respetuosa del modelo territorial leal al constitucional de 1978 y se ajustaba, con las reformas necesarias, todas ellas muy profundas, a un paradigma federalista que es, hoy por hoy, la única alternativa válida al Estado autonómico.

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (Europa Press/Fernando Sánchez)

El acuerdo entre el PSC y ERC (en realidad entre el mandarinato burócrata de los mandos socialistas que se han vinculado irreversiblemente con el presidente del Gobierno y el republicano catalán y Pedro Sánchez) constituye una revisión completa de la planta constitucional y es coherente con el programa de quiebra de la Constitución Española que, con antecedentes en la anterior legislatura, se ha concretado en la actual: pactos con ERC, con Junts y con el PNV (más el sobreentendido con Bildu), la amnistía y, ahora, este otro inviable en el que tanto Sánchez como la decadente Esquerra Republicana de Catalunya, regida por dirigentes que tratan de huir de su propio fracaso, compran tiempo, secuestran al PSC y a Illa y estiran la legislatura.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, durante un pleno del Congreso el pasado mes de abril. (EFE/Chema Moya) Opinión
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Sánchez, al final de la escapada

Pedro Sánchez ha llegado al final de su escapada. Y con él lo ha hecho el sistema constitucional de 1978. Porque el PSOE no podrá sobrevivir al modelo de desigualdad en el que se fundamenta el poder de su secretario general ni a la traición a su historia. Tampoco la Constitución española soportaría una mutación del calibre de la que se contiene en el pacto PSOE-ERC. Ni resistirían las cuadernas del secesionismo catalán (regresará Puigdemont como ayer ha anunciado) ni perduraría la relación entre el PNV y sus homólogos en Cataluña.

Sin prisas, pero sin pausas, vamos acercándonos al desenlace de este episodio histórico de España que protagoniza Pedro Sánchez. Al que le hubiese convenido más un no de la militancia republicana que ese sí raspado que obtuvo el preacuerdo el pasado viernes. Como escribió Goethe es "feliz el que reconoce a tiempo que sus deseos no van de acuerdo con sus facultades". No será nunca esa la felicidad de Pedro Sánchez, un hombre que trasluce una desordenada pasión de mandar a cualquier precio.

El 3 de agosto de 2006, cuando ya se había refrendado en junio anterior el segundo Estatuto de Autonomía de Cataluña, Jordi Pujol envió una carta al que fuera consejero de Educación del Gobierno Vasco, Pedro Miguel Echenique en la que le decía lo siguiente:

PSOE Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)
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