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El Rey de Annie Leibovitz y de Paiporta
Si una imagen vale más que mil palabras, ahí está la fotografía de Felipe VI captada por Annie Leibovitz, y si los hechos cantan, ahí está su presencia en Paiporta. Los mejores mensajes del Rey
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El mensaje más poderoso del Rey ha sido el de su comportamiento institucional en el décimo año de su proclamación ante las Cortes Generales el 14 de junio de 2014. Porque en estos doce meses, Felipe VI ha reaccionado a los acontecimientos situando la Corona en el epicentro del sistema institucional y atrayendo hacia ella, además de la certeza de su funcionalidad y servicio al Estado, la seguridad de su propia dignidad. Atrapada, además, por la fotografía de Annie Leibovitz , colgada en las paredes del Banco de España, junto a otra de la reina, de significación diferente.
La fotógrafa estadounidense logró en febrero pasado y después de toda una jornada de trabajo reflejar en una instantánea la realidad de Felipe VI y, al hacerlo, transmitir los perfiles de su personalidad, claramente percibidos por la sociedad española: dignidad, respeto a las instituciones y a la democracia, determinación y bonhomía. Si Goya fue el notario de la decadencia borbónica en la composición magistral de la familia de Carlos IV, una de las pinturas icónicas del Museo del Prado (1800), la fotografía del Rey, vestido con el uniforme de Capitán General del Ejército de Tierra, podría considerarse como el mejor reflejo del monarca parlamentario que ha logrado restaurar y propulsar la institución. De tal manera que Leibovitz y Hernán Cortés, el que mejor ha retratado a Felipe VI con el pincel (sus cuadros están en el Tribunal Constitucional, en el Congreso y en la Real Academia de la Historia), se han convertido en los notarios de la nueva monarquía instaurada por la Constitución de 1978 y que el Rey legitima con el ejercicio responsable de sus funciones constitucionales.
Felipe VI ha demostrado el 3 de octubre de 2017, con los hechos de Cataluña, y con su presencia en Paiporta, su determinación institucional
Se dirá, y sería cierto, que las fotografías de los reyes en Paiporta y las de ellos y la princesa de Asturias y su hermana, la infanta Sofía el pasado domingo en Catarroja, son igualmente mensajeras del propósito del Rey y de la institución. Ciertamente así es, pero las vibraciones que transmite la imagen obtenida por la cámara de Leibovitz son igualmente poderosas y directas porque es una presencia real desnuda de distracciones. Es el Rey, duro y puro.
Felipe VI ha culminado una década de reinado en la adversidad, pero superando todos los obstáculos. Este año, las circunstancias sociales y políticas, le han permitido mostrar sus capacidades y las de la Corona y las ha manejado con solvencia. En los peores momentos y en las circunstancias más trágicas. Ya apuntó una decisión personal extraordinaria el 3 de octubre de 2017, pero la confirmó el 3 de noviembre en Paiporta, cuando, además, nadie lo hizo. Ocurrió en este pasado noviembre lo mismo que en aquel octubre de hace siete años: cuando el shock paralizó a unos y a otros, el Rey estuvo en su lugar e hizo y dijo lo que le correspondía. Los monarcas parlamentarios se juegan su suerte y la de la institución a golpe de diagnóstico de su papel en cada acontecimiento social y políticamente relevante.
El 'nuevo perfil' del Rey, que no es tal, parece preocupar al Gobierno según sus terminales mediáticas que enhebran críticas con mentiras
Parece, sin embargo, que lo que terminales mediáticas del Gobierno denominan con recelo y crítica “nuevo perfil” del Rey, comienza a inquietar. No habría mejor síntoma de la buena gestión del monarca y de su Casa que los medios que dan cobertura a este Ejecutivo se duelan, enhebrando mentiras (como esa de que José Manuel Albares, ministro de Exteriores, desconocía la invitación de Macron a los Reyes para asistir a la reapertura solemne de Notre Dame), de la adhesión pública al jefe del Estado.
Al mismo tiempo, Felipe VI ha logrado cumplir con los compromisos de su mensaje de proclamación ante las Cortes Generales: ha renovado su Casa (la jefatura y la secretaria general entre otros puestos de su libre designación), ha mejorado la transparencia mediática de la Zarzuela, ha viajado -quizás menos de lo que hubiese querido- a zonas estratégicas (de los países bálticos, a Italia), ha acompañado el impulso de la imagen y percepción de la heredera de la Corona, la princesa de Asturias, y, en fin, ha logrado lo que quizás fuera impensable hace poco tiempo: sus visitas a Cataluña se producen en un nuevo clima de calidez social.
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Si el Gobierno, y especialmente su presidente y el ministro de Asuntos Exteriores y la de Defensa, parecen no encontrar un buen modelo de relación con el jefe del Estado, Felipe VI, sí lo maneja con soltura y solvencia. Ni en los momentos de más tensión, el Rey ha dicho una palabra o ha hecho una acción que desmintiera su carácter parlamentario y, por lo tanto, exento de poderes ejecutivos. Ha convertido su auctoritas en una herramienta invencible de presencia social y en un instrumento de consolidación constitucional y democrática.
La DANA, evitar la negación del "espacio compartido", Constitución, Vivienda, Igualdad e Inmigración, las ideas-fuerza de su 11º mensaje
En el undécimo mensaje de Navidad de esta noche de Navidad, que ha seguido al de calado del pasado año, el Rey ha sido riguroso: la tragedia del 29-O es un “hecho difícil de asumir” pero nos aporta, ha dicho, “enseñanzas” de las que se derivan la necesaria solidaridad, pero también evitar la “negación de la existencia de un espacio compartido” (pinchar aquí para leer el texto íntegro).
Apelaciones a los problemas -gravísimos- de la vivienda, la desigualdad, la inmigración, las convulsiones en el ámbito internacional, la mención estratégica a la Unión Europea y, otra vez, la Constitución de 1978 como fundamento del sistema institucional, resumen la intervención del Rey que dijo exactamente lo que debía en solo 1.806 palabras. Un mensaje que culmina un año de aciertos del Rey a los diez de su proclamación. Que nadie se confunda: Felipe VI es hoy un auténtico -el único- referente de las virtudes que deben apreciarse en un servidor del Estado. Y lo es en términos relativos y en términos absolutos, como bien ha demostrado la encuesta del Real Instituto Elcano que lo sitúa a la cabeza de los líderes europeos.
El mensaje más poderoso del Rey ha sido el de su comportamiento institucional en el décimo año de su proclamación ante las Cortes Generales el 14 de junio de 2014. Porque en estos doce meses, Felipe VI ha reaccionado a los acontecimientos situando la Corona en el epicentro del sistema institucional y atrayendo hacia ella, además de la certeza de su funcionalidad y servicio al Estado, la seguridad de su propia dignidad. Atrapada, además, por la fotografía de Annie Leibovitz , colgada en las paredes del Banco de España, junto a otra de la reina, de significación diferente.