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El clamoroso silencio de Aznar y Cascos
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Graciano Palomo

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El clamoroso silencio de Aznar y Cascos

La obscenidad que traslucen los papeles de Bárcenas y el hedor de algunos de sus apuntes se huele incluso en la gran prensa mundial como Financial

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El clamoroso silencio de Aznar y Cascos

La obscenidad que traslucen los papeles de Bárcenas y el hedor de algunos de sus apuntes se huele incluso en la gran prensa mundial como Financial Times.

Los que seguimos de lejos la ya añeja andadura del centro derecha español desde aquellos tiempos en que la vieja AP de Manuel Fraga sólo producía exabruptos y era ninguneada en las piscinas democráticas, sabemos perfectamente que el tinglado que ha venido a destapar el ilustre huésped de Soto del Real (Madrid) se puso en marcha a partir de 1990, cuando tomó el poder en el Partido Popular el tándem Aznar/Cascos, este último el sempiterno eslabón con el viejo patrón de Villalba.

Siempre he tenido para mí que el ‘aznarazo’ (las declaraciones pedidas del expresidente a Gloria Lomana) tuvo mucho que ver con que don José María se maliciaba de que la paciencia del extesorero llegaba a su final. Y había que poner tierra de por medio, esto es, golpeando primero se lleva ventaja.

En una mera lectura de las anotaciones del marido de Rosalía Iglesias se puede comprobar que, en efecto, Aznar dejó de percibir sobresueldos cuando se instaló en el palacio de la Moncloa. ¿Porque ya tenía todos los gastos pagados en sede presidencial? Lo más probable. Algo que no ocurría con otros altos dirigentes aunque tuvieran coche oficial.

Comprendo que el escándalo sin precedentes les tenga acogotados y en la desenfilada pero son, en cualquier caso, las mejores fuentes para explicar el quilombo monumental que tiene en la desazón, la indignación y la rabia indisimulada a la sociedad española de la que forman parte el casi millón de militantes que tiene carnet del PP y que bien mirado son los principales agraviados y paganos de algunos manguis de la dirigencia.

Sorprende también que resultando personas inteligentes, que lo son, no aprendieran nada del caso Naseiro porque, aunque quedó en agua de borrajas por la impericia de un juez imberbe (Manglano) y la longa de mano de grandes abogados penalistas (Cobo del Rosal, Luis Rodríguez Ramos, entre otros), era de natural que no se podía volver a tentar a la suerte. Francisco Álvarez-Cascos tiene muchas de las claves que se reclaman.      

La obscenidad que traslucen los papeles de Bárcenas y el hedor de algunos de sus apuntes se huele incluso en la gran prensa mundial como Financial Times.

Francisco Álvarez Cascos José María Aznar Botella