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El extremeño verso del bombero
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Graciano Palomo

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El extremeño verso del bombero

Tres años después de que José Antonio Monago, el bombero que supo encandilar a Mariano Rajoy, llegara al poder autonómico extremeño -¡tierra irredenta en términos históricos!-,

Foto: El presidente del Gobierno de Extremadura, José Antonio Monago (EFE)
El presidente del Gobierno de Extremadura, José Antonio Monago (EFE)

Tres años después de que José Antonio Monago, el bombero que supo encandilar a Mariano Rajoy, llegara al poder autonómico extremeño -¡tierra irredenta en términos históricos!-, no tenemos noticia acerca de que ese territorio haya mejorado en nada, haya roto algunas de sus cadenas ancestrales, que la sociedad civil haya avanzado por parte alguna y ni siquiera que las prácticas caciquiles y de aprovechamiento de los muy largos gobiernos socialistas hayan terminado. ¡Más bien al contrario! Incluso con las contrataciones de empresas de comunicación cercanas al periodista Ernesto Sáenz de Buruaga, a quien también se entregó la gestión de la televisión pública extremeña.

En el fondo se trata de una cuestión baladí. Ni Monago ni Buruaga van a pasar precisamente a la historia, salvo por ser dos maestros en calentar el botafumeiro.

Lo grave es que el exbombero -escrito con todos los respetos para un oficio respetabilísimo-, mil días después de haberse subido a coche oficial, tiene Extremadura como un erial. Incluso eso podríamos entenderlo, pero no que desguace porque le sale de la entrepierna el discurso sensato/liberal que intentan poner en práctica sus jefes del Partido Popular.

Dicen que es Rajoy quien le respalda porque, al fin y al cabo, tiene que gobernar con la aquiescencia de los comunistas. Oiga, o lo uno o lo otro. Monago representa a estas alturas de la Historia lo peor del asistencialismo fatuo y del subsidio más inoperante y caro.

No todo vale para mantener el poder, señor Rajoy. Monago es un pobre hombre subido en coche oficial y ese coche oficial y sus prebendas no pueden ser coartadas para dinamitar las instrucciones de Montoro, De Guindos, Báñez, Bruselas, Van Rompuy, Durao y su santa madre.

Sólo el desastre socialista y el cinismo de Cayo Lara, suponiendo que este mande algo, salvan políticamente al exbombero que me dicen ya levita como Santa Teresa. Lo dijo el clásico: para conocer a Monago (guillo) no hay más que darle un carguillo.

Anunciar un paga extra de 200 euros para las pensiones no contributivas supone dar pábulo y razón a los independentistas catalanes que le acusan de llevarse lo que es suyo. Luego se hincha anunciando “becas compensatorias” para aquellos malos estudiantes que no alcancen las notas requeridas. Y por último, se sube al carro de que pagará (es decir, con el dinero de otras comunidades) los tratamientos de fertilidad a solteras y lesbianas contra todas las normas de “su” Gobierno presidido por su jefe Rajoy. Nos falta conocer lo que paga, sociedades y personas interpuestas, a Sáenz de Buruaga. ¡Y por qué...!

Esto sujeto no es un verso suelto. Es un ripio andante en coche oficial. Después de bombero lo único que le falta es ser torero.

Tres años después de que José Antonio Monago, el bombero que supo encandilar a Mariano Rajoy, llegara al poder autonómico extremeño -¡tierra irredenta en términos históricos!-, no tenemos noticia acerca de que ese territorio haya mejorado en nada, haya roto algunas de sus cadenas ancestrales, que la sociedad civil haya avanzado por parte alguna y ni siquiera que las prácticas caciquiles y de aprovechamiento de los muy largos gobiernos socialistas hayan terminado. ¡Más bien al contrario! Incluso con las contrataciones de empresas de comunicación cercanas al periodista Ernesto Sáenz de Buruaga, a quien también se entregó la gestión de la televisión pública extremeña.

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