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Un general (cuatro estrellas) entre birretes
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Graciano Palomo

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Un general (cuatro estrellas) entre birretes

En España no hay nadie que se precie que no presuma de haber almorzado, comido, cenado o tomado el té con el general de cuatro estrellas

Foto: CONFERENCIA DEL DIRECTOR DEL CENTRO NACIONAL DE INTELIGENCIA
CONFERENCIA DEL DIRECTOR DEL CENTRO NACIONAL DE INTELIGENCIA

En España no hay nadie que se precie que no presuma de haber almorzado, comido, cenado o tomado el té con el general de cuatro estrellas Félix Sanz Roldán, que lo ha sido todo en el escalafón militar y ahora dirige el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), uno de los brazos armados del Estado de singular importancia para eso tan etéreo que hemos convenido en llamar (mimetismo americano) Seguridad Nacional. No hay que olvidar que el general fue agregado militar en Washington cuando todavía lucía galones de simple comandante.

Este artillero de primera hora, de porte conquense y austeridad de fusilero, discreto y socarrón, acudió el pasado jueves al acto inagural del curso en la Universidad Alfonso X El Sabio, donde el filósofo y antiguo militante revolucionario Gabriel Albiac (se autodefine como un “comunista muerto”) pronunció la lección magistral acerca de "Etica y Política”, que don Félix escuchó atentamente.

Afortunadamente, en España la milicia uniformada irrumpe ya en las aulas universitarias no para gritar "¡Viva la muerte!" ni para intentar llevarse por delante a los rectores. El jefe del CNI, por ejemplo, es persona de acción a uniforme de combate puesto pero con inclinaciones intelectuales irreductibles.

Naturalmente, el general fue objeto de atención y corrillo pero debo escribir y escribo que fue tan pulcro en sus respuestas que no podría abrir un telenoticias con nada ni escabroso ni siquiera inquietante. Lo que llama la atención en este soldado (íntimo amigo del Rey) con sentido del Estado son precisamente sus silencios. Me lo tiene dicho un viejo amigo, que fue su profesor en la escuela de Uclés (Cuenca), respecto a la tendencia silente del oficial de Estado Mayor.

Nadie es perfecto, y si le reprochan algo en los aledaños, digo aledaños, del poder es precisamente que fue cooptado por la ministra Chacón para su actual destino cuando se supo aquello del aprovechamiento de los medios de la Casa por parte de su antecesor civil, Alberto Saiz Cortés, el amigo de José Bono.

En las potencias democráticas más acendradas del mundo los jefes de los Servicios de Información e Inteligencia pasan de un gobierno a otro y dan continuidad precisamente a una cierta certeza acerca de la Seguridad Nacional.

Para beneficio de ella en España el engarce del general Sanz Roldán con su jefa política, Soraya Saénz de Santamaría, y la principal edecana de la vicetodo, María González Pico, no chirría. Cada cual sabe su misión.

El silencio y la discreción suelen ser patrimonio de las mentes ordenadas. En ese negocio, me da, es donde no se puede confundir valor y precio. Me gustaría ser ‘negro’ en las memorias del veterano soldado que ha debido ya de atracar en cien riberas.

En España no hay nadie que se precie que no presuma de haber almorzado, comido, cenado o tomado el té con el general de cuatro estrellas Félix Sanz Roldán, que lo ha sido todo en el escalafón militar y ahora dirige el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), uno de los brazos armados del Estado de singular importancia para eso tan etéreo que hemos convenido en llamar (mimetismo americano) Seguridad Nacional. No hay que olvidar que el general fue agregado militar en Washington cuando todavía lucía galones de simple comandante.

Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Félix Sanz Roldán