Soria, Il Duce del núcleo flácido

El quilombo eléctrico ha venido a poner sobre el tapete que en el Gobierno hay dos estadios meridianos de poder, esto es, el ‘núcleo duro’ que rodea al presidente y otros que van de comparsa.

Se ha visto claramente a propósito del kilowatio, en el que el ministro José Manuel Soria ha quedado como Cagancho en Almagro y tampoco se ha resistido demasiado ante el poder cuasi soberano del ministro de Hacienda. Tiene menos suerte el canario en estas cosas de comer que buen ojo demostrado a la hora de cooptar asesoras. Porque yo no conocía a la rutilante María Zabay hasta que el pasado martes llegó en un despampanante coche oficial negro con su chófer y su canesú hasta la mismísima puerta del edificio del Consejo en el complejo monclovita. Mientras el resto de los invitados e incluso la propia anfitriona Elvira Fernández Balboa (“Viri”) llega a pie y sin alarde alguno a la copa de Navidad, la susodicha escritora (“Y ahora… ¿dónde tendemos las braguitas rosas?”, ilustrativo título de su segundo libro), se dejó caer en olor de poderío como si su proximidad (profesional) al ministro Soria tuviera que ser un toque de distinción. Quizá fuera por aquello de llamar la atención, y lo hace precisamente en un predio cuajado de plumillas generalmente cargados de malaleche y su pizca de maledicencia. Quizá sea por aquello de que cuando sale humo al final aparece la llama.

El hecho cierto es que hay un núcleo duro en el Ejecutivo formado por el presidente, la vicepresidenta, el ministro de Hacienda, el ministro de Agricultura y Medio Ambiente y la ministra de Empleo y Seguridad Social, incluso la de Fomento, Ana Pastor, y luego un núcleo débil cuyo liderazgo lo ocupaba José Ignacio Wert y cuyo relevo lo ha tomado Soria.

El revolcón propinado por el jienense Montoro a propósito del déficit tarifario eléctrico es de los que hacen época. Tiene su lógica que el personal se pregunte si es que no se habla con su colega de Hacienda.

Entre la ex de Rato (Paradores), la inabarcable colaboradora ex Julio Ariza y su propia inconsistencia fáctica le van a devolver cualquier día de estos directamente al Cabildo de Tenerife.

Tanta asesora, ¿para qué? Tanto alarde, ¿con qué fin? Si al final nadie es más que nadie y, sobre todo, cuando se dispara con pólvora del Rey hay que andarse con mucho tiento. Al comandante en jefe le incomodan mucho esas situaciones especialmente cuando a la postre se abre la tapa y no hay nada o muy poco.

Parece mentira que Soria, con los años que lleva en política desde los tiempos en los que servía en los gobiernos socialistas, no se haya percatado que entrar a formar parte del “clan Wert” conduce directamente al averno.

¡Feliz Navidad, amigo, y viva Canarias!