Félix Sánz Roldán y el futuro jefe del CNI

Conozco personalmente al general Félix Sanz Roldán, general del Ejército, y lo más rápido, cabal y expresivo que se puede decir es que estamos ante un gran servidor del Estado. No deja por ello de ser un ser humano y consecuencia de esa inevitable condición es que puede cometer errores.

Algunos desde posiciones un tanto talibanes consideran que la principal arma arrojadiza que pueden utilizar contra el hombre de la Mancha es que fue cooptado para el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) por el Gobierno Zapatero al hilo de la propuesta, dicen, de Carmen Chacón.

Los méritos del general de cuatro estrellas vienen de atrás, oiga. Fue el último eslabón en la cadena de mando del Ejército y del Estado Mayor de la Defensa, amén de haber pasado por destinos internacionales de especial relevancia técnica, táctica y estratégica.

Me consta que su engarce con la “vicetodo” Saénz de Santamaría fue desde el primer momento y de manera satisfactoria. Sanz Roldán es un viejo soldado cuyo cuaderno de bitácora es liso y expedito.

¿Qué alguna vez saldrá del puesto de mando de “La Casa”? Obvio. ¿Qué esa hipotética salida tiene que ver con desconfianzas por parte de quien legítimamente representa en el poder Ejecutivo a la soberanía nacional? Falso.

El problema no es dar el pase de la cortinilla al general. El problema el Gobierno es encontrar la persona solvente que ocupe su despacho en la Cuesta de las Perdices. Porque la opción civil, que puede ser, no debe olvidar los precedentes. El diplomático y embajador Jorge Dezcallar en la etapa Trillo/Aznar (remember 11-M) y Alberto Sáiz (Zapatero/Bono) que acabó rindiendo sus armas ante las denuncias de utilización de medios públicos para usos privados.

Al menos, creemos que los bolsillos de la guerrera de Sanz Roldán andan ligeras de equipaje.