Diez años con Letizia

El próximo 22 de mayo -¡qué lluvia la de aquel día!- se cumplen diez años desde que el Heredero de la Corona desposó -no sin vencer dificultades de todo tipo- con la periodista Letizia Ortiz Rocasolano, que hasta ese momento compartía protagonismo en los telediarios de TVE con Alfredo Urdaci.

Era el “necesario y feliz paso que habrá de garantizar la continuidad dinástica”, dijo don Felipe en la víspera de la boda en La Almudena. “El compromiso que Letizia y yo hemos asumido hoy transciende lo meramente personal… Me siento orgulloso de que la Princesa se incorpore hoy a este proyecto de convicción y responsabilidad…”.

Se han publicado tantas cosas sobre la pareja y, sobre todo, se han vehiculado tantas idioteces y falsedades a propósito de la futura Reina (si llega) que al final lo único que cuenta para un contribuyente neto es si ha cumplido con sus obligaciones institucionales y si ha estado a la altura de las exigencias que se le demanda por vivir del presupuesto público.

Creo que sí y no me tengo por el típico meapilas monárquico porque creo no ser ni lo uno ni lo otro. Mi trabajo es analizar lo más objetivamente posible los 'hechos'. El primer hecho es que la pareja ha cumplido su rol de forma impecable en medio de unas circunstancias nada fáciles. El Príncipe aparece como un tipo cuajado, lleno de serenidad, plenamente consciente de su papel representativo. Las suplencias de su padre -cada vez más numerosas- las ha llevado a cabo con precisión y dignidad. Con inteligencia y astucia se ha ido distanciando de algunos miembros de la Familia que no han hecho otra cosa que echar arena en el engranaje de los intereses de la institución y aun del Estado.

Tengo para mí, insisto, que cualquier día y a una hora prudencial, Don Juan Carlos, que persigue testar en las mejores condiciones al Heredero, puede dejar paso definitivo a Felipe. Que también debe tener claro que algún año y en determinado día tendrá que someterse a la soberanía implacable del pueblo optando por el refrendo de la Corona mediante referéndum directo, libre y secreto.

Creo.