4.000 UIP, preparados para entrar en acción

El presidente Rajoy lo tiene claro: sin pulso puede haber diálogo. Con presión, ni agua. Punto. Liquidado legalmente el tema de la “consulta” (curiosamente el ex Felipe González aplaude a Mariano mientras que el ex Aznar echa sapos y culebras contra el que él dejó de hereu), quedan ahora los flecos y los estertores de un Mas que ya ha conseguido su minuto de gloria en las páginas de la anti-historia.

Creo, como Felipe, que el Gobierno Rajoy -y muy específicamente su jefe y la vicetodo- que desde el primer puesto Ejecutivo de la nación se ha evitado el choque de trenes que podría haber supuesto que el primer ministro llamara a filas al nacionalismo español para oponerse a las movilizaciones secesionistas. No ha caído en esa tentación pese a los constantes reclamos de sectores hartos de tanto catalanismo como oposición y contraposición a lo español.

Resulta obvio que Mas trata de hacer requiebros para intentar demostrar que no ha sido derrotado y, sobre todo, hacer ver al auténtico jefe de la cosa, Oriol Junqueras, que no se ha bajado del burro. ¡Meros brindis al sol sin sustancia ni contenido! Lo que realmente preocupa en el Gobierno es la calle. Porque da la sensación de que la llama del rupturismo ha pasado de estar en manos de unos dirigentes irresponsables pero institucionales a ser llevada de mano en mano en las faldas de los movimientos sociales que son per se totalmente incontrolables.

Se lo voy a escribir más claro: que pudiera aparecer una víctima, y entonces la cosa adquiriría matices dramáticos dentro de un pulso en el que ya no puede mirar hacia otro lado ni el fiscal general Torres Dulce ni dios que lo fundó. Es la gran preocupación de Moncloa.

Pero también se lo voy a decir por corto y por derecho: cuando distintos portavoces gubernamentales han venido alertando que el Gobierno “utilizaría el poder de la ley, todo el poder de la ley” se estaban refiriendo a que dentro de sus planes está el control del orden público cuasi a cualquier precio y como cuestión prioritaria. No sólo se avisó ad hominem a los Mossos d’Esquadra respecto a que se deben a la ley, sino que el Ejecutivo ha dispuesto su propio dispositivo de seguridad a gran escala. Por eso puedo escribir y escribo que hay un remanente de 4.000 UIP prestos y dispuestos a garantizar la calma, la autoridad legítima y el orden constitucional en las calles y plazas de Cataluña. Porque con discreción, la presencia de las Fuerzas de Seguridad del Estado se pasean, observan y tabulan lo que ocurre por aquellos lares.