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Las clases de inglés de ZP en el Consejo de Estado
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Graciano Palomo

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Las clases de inglés de ZP en el Consejo de Estado

José Luis Rodríguez Zapatero sólo aparece por el Consejo de Estado los lunes durante unas horas. Y durante esas horas llega su profesora de inglés, que le imparte la lengua de Shakespeare

Foto: Zapatero, durante su intervención en el Foro Crans Montana, en Dajla, en Sáhara Occidental. (EFE/Javier Otazu)
Zapatero, durante su intervención en el Foro Crans Montana, en Dajla, en Sáhara Occidental. (EFE/Javier Otazu)

Una muy sólida y documentada garganta profunda de la madrileña calle Mayor me alerta de que José Luis Rodríguez Zapatero, el niño de La Habana, sólo aparece por el Consejo de Estado los lunes durante unas horas. Y durante esas horas llega su profesora de inglés, que le imparte la lengua de Shakespeare, y luego desaparece.

Una cosa es estudiar y otra aprender. Para escuchar con Raúl Castro y Evo Morales no necesita traductor simultáneo y las órdenes que recibió al final de su mandato cuando ya había conducido a España a la catástrofe las recibía de piey en primer tiempo de saludo. ¡Tuvieron sus edecanes que ir rápido a la compra de dodottis!

Lo mejor que podía reconocérsele al sujeto que llegó a primer ministro contra todo sentido común era precisamente lo callado y modosito que había estado durante estos tres años en los que ha seguido viviendo a costa de los españoles sin dar golpe y con un status de vida notable con coche, chófer y sirvientes a cargo del contribuyente. Pero de repente se ve que José Bono –al que admira fervorosamente–le ha dicho que no sea gili y ruede por el ancho mundo a ver si cae un buen contrato y puede urdir un manojo de charletas a 45.000 euros por barba.

Ahora le ha dado por reunirse con no sé quién en la antigua Villa Cisneros –supongo que tendrá a Julián Lacalle para que le lea lo que dice Wikipedia al respecto–en un cónclave político ilegal por tratarse de un territorio ocupado según la doctrina de Naciones Unidas.

Recuerdo que un profesional muy brillante y reconocido que lleva décadas viviendo y ejerciendo en Estados Unidos me dijo en una ocasión en un gran hospital de Nueva York que nunca había sentido más vergüenza de ser español que en determinadas ocasiones cuando Zapatero era presidente del Gobierno.

Cuando creíamos que esos tiempos habían pasado resulta que el muerto va y resucita. Y no tiene sonrojo alguno de seguir haciendo el más espantoso de los ridículos.

Una muy sólida y documentada garganta profunda de la madrileña calle Mayor me alerta de que José Luis Rodríguez Zapatero, el niño de La Habana, sólo aparece por el Consejo de Estado los lunes durante unas horas. Y durante esas horas llega su profesora de inglés, que le imparte la lengua de Shakespeare, y luego desaparece.

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