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Las tres pesadillas que traerán la refundación del PP
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Graciano Palomo

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Las tres pesadillas que traerán la refundación del PP

El Partido Popular enfrenta un año electoral muy complicado debido fundamentalmente a tres nombres: Bárcenas, Correa y Blesa. La refundación del centro derecha es cuestión de (poco) tiempo

Foto: El extesorero y exsenador del PP Luis Bárcenas. (Efe Archivo)
El extesorero y exsenador del PP Luis Bárcenas. (Efe Archivo)

Siempre he sostenido que el Partido Popular –845.000 militantes, presencia en 130 países, miles de cargos electos y con un poder notabilísimo en todas las instituciones–enfrenta un año electoral muy complicado –también en la consideración social y ciudadana–debido fundamentalmente a tres nombres: Bárcenas, Correa y Blesa.

Especialmente el primero aunque es una deriva del segundo, que remata el tercero. Bárcenas significa antes que nada el trinque sistemático y organizado aprovechando el poder vicario que le fue concedido en una formación política a la que le debe todo. A cambio le ha devuelto detritus, deshonra y vergüenza. Bárcenas es el más listo de los tres y es un consumado y demostrado artista a la hora de hacer sangre. Ahora vuelve por sus fueros mientras se prepara para volver durante una larga temporada a la cárcel. Es la principal pesadilla.

La segunda pesadilla lleva el nombre de Francisco Correa, el simpático y atrabiliario hombre de negocios al que Aznar introdujo en Génova 13 a través de su hermana Elvira. Correa (Gürtel) supo cómo aparecer como un comisario con vara alta durante la larga etapa del aznarismo en el poder partidario e institucional. Corrompió –según los legajos de Ruz–a todo el que se encontraba en el camino y tenía presupuestos públicos. Tal fue su influencia y poder durante el mandato de José María Aznar –este está callado como un muerto en un tema que le pone nervioso, muy nervioso–que el ex presidente le nombró como uno de los enviados suyos a Venezuela –junto a Agag, García Diego y Arriola–para que intentara parar los pies al entonces imparable Hugo Chávez. También pudo hacer que su secretario particular Antonio Cámara encontrara acomodo por un sueldo altísimo en las empresas de Don Vito. ¡Menuda relación!

El problema para Aznar y Agag es que Correa tiene que deponer pronto en un banquillo a propósito del juicio oral abierto por esta parte de la Gürtel. Y quizá, Don Vito, encabronado como está porque le dejaron tirado como una colilla carcomida, diga todo lo que sabe o repita parte de lo que inicialmente y tras ser detenido le dijo al entonces instructor Baltasar Garzón.

Finalmente, la tercera pesadilla se llama Miguel Blesa Parra. Sus andanzas de todo tipo en Cajamadrid y la quiebra posterior de la entidad destrozaron la imagen de buenos gestores de los chicos de la derecha, amén de confirmarse que se habían enriquecido sin causa hasta límites insospechados con todo tipo de barbaridades impúdicas. También aquí aparece el inexportable expresidente, cuya mano condujo a su antiguo compañero de piso en Logroño hasta la poltrona de la segunda caja de ahorros de España y lo sostuvo contra todas las evidencias de que había que liquidarlo. ¡A ver si un día de estos doña Esperanza Aguirre enseña a la opinión pública una carta de Aznar en defensa de Blesa! Sería muy clarificadora.

Estos tres sujetos incontenibles han destrozado buena parte de las expectativas de ese ejército de militantes. Nunca tan pocos hicieron tanto daño a tantos.

La refundación del centro derecha español es, sin duda, cuestión de tiempo. Más bien poco.

Siempre he sostenido que el Partido Popular –845.000 militantes, presencia en 130 países, miles de cargos electos y con un poder notabilísimo en todas las instituciones–enfrenta un año electoral muy complicado –también en la consideración social y ciudadana–debido fundamentalmente a tres nombres: Bárcenas, Correa y Blesa.

Luis Bárcenas Miguel Blesa