¿Quién se atreve con Florentino?

Debo confesar y confieso. Me estoy desencuadernando de risa. Entre el júbilo (infundado) de unos y el pavor indisimulado de otros. Unos proponen la consideración fiscal de ricos a los que ganan más de 50.000 euros (brutos) junto a una “merienda social” municipal para combatir el hambre de tanto necesitado (que los hay); otros invocan parar el marxismo-leninismo que amenaza con atenazar a España y abrir las checas. Todo ello, oiga, mientras el ciervo aún corretea por el bosque.

En la muy desternillante campaña electoral, que felizmente tuvo término el hace ocho días, tuve ocasión de preguntar a una candidata comunista no electa (la chica de Izquierda Unida) qué pensaba hacer con los grandes empresarios madrileños para meterles en cintura ante los desmanes que, según la susodicha Martínez, llevaban cometiendo desde tiempo inmemorial bajo gobiernos municipales del PSOE y del PP.

-"Yo les ajustaré las cuentas", contestó.

Con cara de incredulidad y asombro volví a preguntar.

-"Oséase, doña candidata, que Florentino debe tener las canillas tintineando ante la posibilidad de que usted sea alcaldesa…"

-"No lo dude usted ni un instante", respondió resoluta.

Bien. La buena de Martínez no será alcaldesa pero sí una señora exjueza que lo fue gracias al PSOE. Se apellida Carmena e hizo un monumental informe para el lendakari Patxi López sobre los derechos humanos en el País Vasco por el que recibió una monumental soldada de euros, además de colocar también a su sobrina en el gobierno de Ajuria Enea, doña María Nogueral Carmena. ¡Viva la casta!

Yo espero, es más, ansío ver para poder relatarlo con fruición cómo suenan las tibias y los peronés de don Florentino Pérez ante el hecho cierto de que doña Manuela Carmena es capaz de doblarle el espinazo. ¡Quiero verlo!

Sé de una portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, que además había sido ministra con Felipe González, que se opuso a que en terrenos de Real Madrid al final del Paseo de la Castellana se levantara las macrotorres today. Esa Fernández no pudo impedirlo, pero sí que en la cadena SER de aquel tiempo se volviera a oír su voz cantarina. Ya saben a lo que me refiero.

Carmena, ¡venga! A por Florentino… A ver si hay redaños. Entonces habría comenzando siquiera el cambio. Si no súbase de nuevo al coche oficial en el que lleva casi toda su vida y déjenos de monsergas.