Jaque a la Corona

A doce meses de la llegada de Felipe VI al Trono de España se podría aplicar aquel viejo dicho rumano: cambio un buen comportamiento por unpoco de buena suerte.

Hay unanimidad dentro y fuera de España (nada más hay que ver la reciente visita de Estado a Francia) de que el año de Don Felipe ha sido ejemplar y de gran, dignidad. Conoce mejor que nadie, sin embargo, el tiempo que le ha tocado vivir -suele hacer referencia a ello y a sus circunstancias con frecuencia en sus intervenciones públicas- y lo acepta de buen grado.

Le pregunté en privado hace unos días a Pedro Sánchez cómo había visto al Rey tras su llamada de apoyo tras el miserable espectáculo del Camp Nou. “Bien, sabe perfectamente lo que le rodea y con lo que tiene que bregar…”

Como persona a la que encandila la Historia, el Monarca constitucional no olvida que lo peor que le puede pasar a un representante público -él está en el vértice del Estado aunque carezca de poder ejecutivo- es que te tomen a chacota y la Corona pase como una baratija de mano en mano como ocurrió en otros lugares de nuestra azarosa (también grandiosa) vida en común desde 1492.

En Navarra le quieren birlar la legitimidad histórica que le corresponde como heredero del Príncipe de Viana. En Baleares quieren asaltar -democráticamente y por el bien del pueblo mallorquín, por supuesto- Marivent. Seguramente querrán poner en el subsuelo una factoría de lubinas que ahora volverán como antaño a estar muy solicitadas.

Se ha cargado el título de su hermana en lo que es un hito sin precedentes. No quieren que le tomen el número cambiado. Y vendrán otras medidas.

Señor: cambie un buen proceder por un poco de suerte.