Rosa Díez prepara su venganza: ajusticia a los conspiradores fácticos

Enjuta, determinada, mojando su pluma en ácido corrosivo que sustanciará en un libro inicialmente titulado La historia pasó por nosotros, Rosa Díez quiere poner uno tras de otro los nombres de aquellos poderosos a los que acusa de haber desestabilizado su liderazgo y el partido (UPyD) que creóhace más de un lustro.

Sostiene la vizcaína que la oligarquía catalana, liderada por Josep Oliú (Banco Sabadell), inició la entrada en política sin entrar, especialmente en las nuevas formaciones porque la viejas ya estaban penetradas de antiguo. Luego vino, en su opinión, la imitación a nivel nacional de esos procederes con la aviesa intención de que no se les desmande el corral.

La todavía lideresa de UPyD sostiene que sus iniciativas financieras –querellas contra los gestores de las cajas de ahorro y otras similares–le han supuesto la decapitación sumaria de ese liderazgo para lo cual se hacía imprescindible insuflar todo lo insuflable a formaciones semejantes, léase Ciudadanos.

Cree que se puede establecer un letal paralelismo entre la ejecución de UCD, que fuera partido histórico que pilotó la Transición con Adolfo Suárez al frente, y UPyD. Cuando aquella formación se negó a ser una mera correa de transmisión de los poderes fácticos económicos saltó por los aires. Su partido nunca estuvo en el gobierno –y probablemente nunca lo estará–pero podía haber sido bisagra fundamental en la conformación de mayorías parlamentarias desde el campo municipal al Congreso de los Diputados.

Doña Rosa me ha dicho que está dispuesta –“totalmente dispuesta”–a dar nombres y apellidos de los conspiradores fácticos. Pero también de aquellos que en su partido terminaron por doblar la cerviz ante promesas y realidades que, siempre en su opinión, fueron hechas por quien podía hacerlas.

Sólo cuando conozcamos, en efecto, los nombres de un lado y el otro –junto con sus hechos y derivas–podremos colegir si se trata de una rabieta por una ambición cortada en seco o, por el contrario, es una de las claves esenciales para entender algo de lo que ocurre por estos lares y en estos tiempos.