Los que aspiran al sillón de Esperanza

Inmediatamente después de las elecciones generales, el Partido Popular iniciará un complicado proceso de renovación y aún de refundación dependiendo de los resultados electorales y de la permanencia o no de sus actuales máximos dirigentes.

Madrid es el lugar donde la implantación del PP es la mayor de España, con una afiliación teórica que ronda los 90.000 afiliados. Su jefa actual es Esperanza Aguirre que anunció en su día su intención de no concurrir a la reelección. Ello no significa que no tenga la vocación de incidir en el que será su sustituto (a).

Al día de hoy varios son los nombres que pudieran estar en la carrera sucesoria. En primer lugar, la presidenta Cristina Cifuentes, que por ser la jefa del gobierno de la Comunidad parece algo que va de suyo. Luego aparece el nombre de Pablo Casado, que tiene consenso entre los “aguirristas” y también del aparato de Génova 13, donde fue cooptado recientemente como vicesecretario general con expreso apoyo de Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal. El problema es que el joven diputado por Ávila no ha ganado, hasta la fecha, ninguna elección institucional aunque ha sido secretario general de NNGG. Contar con el aval de Rajoy, Aguirre, Cospedal y el grupo de jóvenes aspirantes no es cosa baladí.

Mencionaba anteriormente como una cuestión fundamental, en cualquier caso y dadas las circunstancias, que el aspirante debe haber demostrado capacidad para ganar. En ese contexto aparece también -según fuentes del propio PP- el nombre de David Pérez, alcalde revalidado de Alcorcón (no con mayoría absoluta) que viene a representar a los ediles del cinturón de Madrid que han conseguido mantenerse en el poder en este caso con el apoyo de Ciudadanos. Caso también al que podría apuntarse Pedro Rollán.

Alguna sorpresa en plan tapado podría existir, sin duda. Pero esos son los nombres a día de hoy con posibilidades ciertas por lo que respecta al bastión madrileño.

A escala nacional detecto que se preparan también asaltos al poder partidario. Una generación de dirigentes entre los 40 y 50 años que cuentan con escaño en el Parlamento y otros puestos significativos en las instituciones que consideran ha llegado su momento. El problema es articular y articularse para ganar.