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Cuando Carmena resulta que es rica y a Zapata le aparecen 22.000 euros
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Graciano Palomo

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Cuando Carmena resulta que es rica y a Zapata le aparecen 22.000 euros

Los que llegaron para arreglarnos la vida gozan ya de los placeres de la moqueta. Lo más grave, a mi entender, es, sin duda, el olvido de lo esencial para lo que se les eligió

Foto: Manuela Carmena en la cumbre de líderes locales celebrada en el marco de la COP21 en París. (EFE)
Manuela Carmena en la cumbre de líderes locales celebrada en el marco de la COP21 en París. (EFE)

Un día no lejano oí incrédulo a los dos gurús económicos de Podemos que a partir de 60.000 euros en España se le puede considerar a uno rico. De hecho, se propone apretar las clavijas -en democracia esto sólo viene vía impuestos- a aquellos que ingresen esa cantidad vía IRPF. No me parece mal ni bien. Es su proyecto y lo respeto. No seré yo el que caiga en esa trinchera a las primeras de cambio.

Lo único que sé es que mientras los mendigos, desarrapados y parias se amontonan cada vez más por las sucias calles de Madrid, la alcaldesa capitalina declara poseer en propiedad -Proudhon, el gran gurú de los comunistas, dijo aquello de que toda propiedad es un robo- dos pisos de alto standing y activos por valor de medio millón de euros. Así que a pagar, señora alcaldesa. Quiero recordar el viejo axioma de que cuando alguien no vive como dice pregonar termina por pregonar como vive. ¡Vaya negocio que habríamos hecho comprando a estos revolucionarios de pacotilla!

Más irónico resulta habernos enterado que el bueno del concejal Zapata -no sale de un charco y ya está chapoteando en otro- sufrió un “despiste” al olvidarse consignar que tiene en su cuenta 22.000 euros que sin ser una fortuna en los tiempos que corren es siempre un colchón que a los que dice defender no tienen. ¡Cosas de la vida!

Así que a pagar, señora alcaldesa. Quiero recordar el viejo axioma de que cuando alguien no vive como dice pregonar termina por pregonar como vive

Han pasado ya seis meses desde que en Madrid se inició el “cambio”. Sinceramente, puedo describir los mismos problemas de gestión, o más; lo único realmente notable es que los que llegaron para arreglarnos la vida gozan ya de los placeres de la moqueta; lo más grave, a mi entender, es, sin duda, el olvido de lo esencial para lo que se les eligió.

Me parece extraordinariamente bien que apliquen lo que prometieron y el que más chifle capador. Pero no sé por qué me da la sensación de que han puesto doce llaves al sepulcro de Trotski y esto son hechos (no palabras) mayores.

Me malicio que lejos de aplicar sus venteados principios de la revolución permanente ahora les interesa más agarrarse a Lampedusa, esto es, cambiar algo para que nada cambie.

¡Vaya viaje!

Un día no lejano oí incrédulo a los dos gurús económicos de Podemos que a partir de 60.000 euros en España se le puede considerar a uno rico. De hecho, se propone apretar las clavijas -en democracia esto sólo viene vía impuestos- a aquellos que ingresen esa cantidad vía IRPF. No me parece mal ni bien. Es su proyecto y lo respeto. No seré yo el que caiga en esa trinchera a las primeras de cambio.

Manuela Carmena Ayuntamiento de Madrid