España, bajo el síndrome del 'encantamiento'

El profesor Antonio Elorza, quizá uno de los mejores analistas de la realidad española, ha escrito un soberbio análisis sobre 'Una sociedad presa del encantamiento'. Justo en medio de las celebraciones del IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, recuerda una observación de Martín González de Cellorigo: “España es un país de hombres y mujeres encantados que viven fuera del orden natural”. El encantamiento, escribe Elorza, no solo afectó al hidalgo manchego, quien al menos entre engaño y engaño supo percibir las quiebras de una sociedad, sino a tantos españoles, empezando por los reyes y sus validos, incapaces de darse cuenta del desplome en curso y del coste que había de tener el mantenimiento de una política inspirada en los sueños de grandeza del pasado.

Es un hecho cierto -basta con mirar de reojo la reseca piel española- para percatarse, en efecto, de que el “encantamiento” es fotografiable por doquier. El gasto público es imparable y en aumento, la Seguridad Social en su actual modelo es insostenible, el gasto sanitario rompe todos los moldes, el cuarteo del Estado sigue profundizando en sus grietas y la imagen exterior de España se derrumba por instantes. Sin embargo, los que deberían dedicarse 'full time' a vencer a tal realidad se divierten dándose coces mientras los observadores 'se descarallan' de risa ante la última gracieta.

Lo molón, lo que priva, es mirar hacia otro lado. Y, naturalmente, la culpa es siempre del vecino.

Elorza, catedrático de Ciencia Política en la Complutense, conoce de primera mano a los principales dirigentes de Podemos. Lleva tiempo poniendo negro sobre blanco sin que el respetable le haga ningún caso. Escribe esto: “En el caso de Podemos, estamos ante el invento del lumpemprogresismo con su caudillo al frente”.
El 'encantamiento' no solo ha hecho presa entre la llamada clase política. La económica está instalada en el 'lerdismo' y la mediática mejor no televisarla.