Viaje al corazón del país donde mandaba ETA

Aterrizo en Bilbao, que continúa siendo la principal referencia de todo lo vasco. Algunos datos –pocos– indican que este territorio está en campaña electoral donde predomina el debate económico, lo cual por si mismo refleja el cambio producido en los últimos cinco años, esto es, desde queETA dejó de pegar tiros en la nuca y poner bombas.

Gorka Landáburu, víctima de ETA, me dice que desde que se fueron los malos aquí se puede respirar para acto seguido referirme que, de cuando en vez, se topa por las calles de Zarauz con Kubati, el asesino de Yoyes, la etarra que se arrepintió.

Parece ser un hecho cierto que los grupos sociales de una población de poco más de dos millones de personas que conforman lo que los nacionalistas llaman enfáticamente Euskadi se vuelven a mezclar. Que a Iñigo Urkullu le interesa más la creación de empleo que la cuestión territorial –al menos por ahora y porque los vascos no lo ven prioritario– y que huye como de la peste de un abrazo con Bildu, cuyos líderes se centran más en las cuestiones sociales que en la reivindicación de la independencia. Por ahora. Los que realmente maniobran en ambos campos son la muchachada de Podemos porque les resulta rentable electoralmente.

A los vascos lo que les preocupa, como al resto de los españoles, es la salida de la crisis económica y el empleo. Hace un lustro era que ETA dejara de asesinar

En cierto modo, en el País Vasco sigue el mundo al revés. A los vascos lo que les preocupa, como al resto de los españoles, es la salida de la crisis económica y el empleo. Hace un lustro era que ETA dejara de asesinar. Lo anterior no significa en modo alguno que entre el 'abertzalismo' y el constitucionalismo se hayan liquidado las distancias; en el fondo el País Vasco continúa siendo de tribus. Pero aquella estética 'borroka' se ha quedado como una antigualla, aunque al decir de Juan Bas,director de Ja!, festival de humor de Bilbao, “la batasunada sigue vistiéndose como si bajara del monte, cultivan el feísmo, el chándal y los colores pardos”.

Un oficial de la Guardia Civil, casado con una vasca y con destino en el Bocho confirma la sospecha: en las grandes ciudades hay un evidente relax ciudadano, pero en los pueblos seguimos en el gueto como si el hedor de ETA persistiera de otra forma…