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Graciano Palomo

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El CNI ha mantenido un respetable silencio desde que estalló la comidilla sobre los dosieres mencionados por Luis María Ansón sobre Pablo Iglesias

Foto: Pablo Iglesias durante la segunda jornada de investidura en el Congreso de los Diputados. (EFE)
Pablo Iglesias durante la segunda jornada de investidura en el Congreso de los Diputados. (EFE)

El muy veterano Luis María Ansón tendrá los dosieres que quiera sobre Pablo Iglesias o cualquiera de sus conmilitones pero me juego el pesqui a que ninguno puede llevar el sello del Centro Nacional de Inteligencia, salvo que haya de por medio algún pequeño Nicolás de tres al cuarto.

Si algo tenía claro el general Félix Sanz Roldán cuando el presidente Rodríguez Zapatero le pidió acuciado por la corrupción de Alberto Saiz, protegido de José Bono, que se hiciera cargo del entramado de la Cuesta de las Perdices, es que su hoja de servicios 'inmácula' como soldado de cuatro estrellas no iba a ser manchada por el último sacrificio por su país que Pablo Iglesias denomina con acierto “patria”.

El CNI ha mantenido un respetable silencio desde que estalló la comidilla. Pero tengo para mí que el general arde en deseos de comparecer a la mayor brevedad posible ante la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso de los Diputados. A lo peor alguno queda con el orto mirando a retambufa.

El Centro –que continúa bajo el poder político y la coordinación de la 'vicetodo'– se dedica a temas serios que tienen que ver con la defensa de los intereses de España. Mucho más en el exterior que en el interior. Sucede, sin embargo, que dadas algunas historias anteriores es muy socorrido mentar al CNI como si fuera una cloaca inmunda que emponzoña todo lo que respira. Recuerdo que el Servicio de Inteligencia por antonomasia del Estado está bajo la dependencia directa de un juez del Tribunal Supremo al que habrá que suponer toda la decencia propia de un Estado de derecho.

De modo y manera que ardo en deseos de ver a su general en jefe deponer ante la mencionada Comisión.

La ley que afecta a los servicios secretos está todavía por desarrollar, especialmente en lo relativo a la coordinación de la multitud de organismos dispersos en el vasto aparato del Estado. Quizá sea este uno de los puntos de consenso básico que debería producirse a no tardar entre el nuevo Parlamento. Digo.

El muy veterano Luis María Ansón tendrá los dosieres que quiera sobre Pablo Iglesias o cualquiera de sus conmilitones pero me juego el pesqui a que ninguno puede llevar el sello del Centro Nacional de Inteligencia, salvo que haya de por medio algún pequeño Nicolás de tres al cuarto.

Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Félix Sanz Roldán