Apuntes al segundo Gobierno Rajoy

Alguien podría decir –no sin razón– que, para ese viaje, el presidente podría haber anunciado la composición de su segundo Gabinete en la propia tarde noche del sábado, a unas horas de ser investido como primer ministro.

“Empezó muy fuerte, deseoso de cambiar hasta las cañerías de Moncloa, y al final Rajoy terminó por comerle las inquietudes de cambio a Mariano…”, señala a este columnista un profundo conocedor del ciudadano de Pontevedra. Está bastante bien definido.

Imagino lo que le habrá costado decirles a García-Margallo y a Fernández Díaz que necesitaba sus carteras ministeriales. Y eso que les fue preparando días atrás filtrando que eran candidatos claros al despido. Algo que iba de suyo. El uno porque se ha dedicado a chapotear en todos los charcos innecesariamente; el otro porque ser el jefe de los de la porra lleva implícito el desgaste por doquier. Si a ello sumamos el carajal en el que se convirtió el Departamento, su cabeza estaba servida. A ambos el presidente no les dejará a la intemperie, supongo.

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El Confidencial

La vicepresidenta se mantiene en todo su esplendor. Incluso, algunos de sus principales edecanes, como José Luis Ayllón, jugará un rol esencial en la legislatura que echa andar en el necesario y vital engranaje entre el Gobierno y el Parlamento. No es necesario, por ende, que tenga categoría de ministro.

Accede la que todo el mundo presenta como su “enemiga” interior y tampoco es para tanto. Acaso los normales piques 'ad hoc' por ver quién tiene el brazo más largo, como ocurre en todos los gabinetes ministeriales del mundo libre. El área económica permanece intacta, como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta que Rajoy saca pecho con los resultados económicos.

Definitivamente, el secreto de la esfinge. No hay secreto. Porque lo que verdaderamente necesita el país es un gobierno de concentración o al menos de coalición. Hoy por hoy completamente imposible. Pero llegará. Queda como asignatura pendiente que terminará por aprobarse. Lo verán ustedes. Yo, quizá no.