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La vejez prematura de Podemos
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Graciano Palomo

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La vejez prematura de Podemos

Esos muchachos, que llegaron frescos e incólumes, se han avejentado como nunca antes había ocurrido con una generación de dirigentes políticos desde la restauración democrática

Foto: Los diputados de Unidos Podemos Íñigo Errejón y Pablo Iglesias. (EFE)
Los diputados de Unidos Podemos Íñigo Errejón y Pablo Iglesias. (EFE)

Conocí el pasado jueves en RNE a José Manuel Lópeza las pocas horas de ser defenestrado por Ramón Espinar como portavoz podemista en la Asamblea de Madrid.

López, según parece, es uno de los muchos “cristianos de base” que se subieron al movimiento transversal que inicialmente resultó Podemos bajo la premisa fundamental de estar al lado de los más desvalidos y aún excluidos. Pocos meses después, parecen comprobar —a tenor de sus propias manifestaciones— que no es oro todo lo que reluce.

El ya largo enfrentamiento cainita y devorador en la que es la tercera fuerza constituida de España no tiene buena pinta. Amén de los egos inabarcables, especialmente en la persona de comandante en jefe, Pablo Iglesias, al que nadie cuestiona, y también en el reparto de las muy notables mamandurrias de las que ya gozan, podría colegirse que se trata de proyectos diferentes. Lo niegan pero es un hecho cierto. Iglesias quiere tomar la fortaleza del poder al asalto y Errejón opta por la vía del pacto entre las distintas fuerzas de la izquierda.

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias (i), acompañado por la candidata a lehendakari, Pili Zabala (2d), y la secretaria general de Podemos Euskadi, Nagua Alba (2i), durante un acto de campaña. (EFE)

Oigo cosas a mi alrededor, en la calle, las cafeterías, las redacciones... que confirman una percepción general: esos muchachos que llegaron frescos e incólumes se han avejentado como nunca antes había ocurrido con una generación de dirigentes políticos desde la restauración democrática. Adolfo Suárez tardó cinco años (en el poder) antes de que le abandonara el profidén. Felipe González habitó en el palacio de la Moncloa durante catorce años; José María Aznar, ocho. José Luis Rodríguez Zapatero, siete. Los cuatro, en el ejercicio del poder, tomaron decisiones de gran calado que son las que, por una cosa u otra, producen el desgaste y el envejecimiento.

Esto es lo realmente preocupante en el caso de la muchachada podemista. Porque ni Errejón ni Iglesias, como cabezas visibles del “movimiento”, han tomado una decisión de alcance nunca, están inéditos.

¡Qué cosas, oiga!

Conocí el pasado jueves en RNE a José Manuel Lópeza las pocas horas de ser defenestrado por Ramón Espinar como portavoz podemista en la Asamblea de Madrid.

Íñigo Errejón