El Rey en la corte de San Jaime

Hace más de 30 años que un rey de España no viaja en visita de Estado a Gran Bretaña. La reina Isabel II, prima de don Juan Carlos, invitó a su heredero el rey Felipe VI a viajar a Londres y Windsor en el mes de marzo de 2016, que no pudo materializarse por las especiales circunstancias políticas internas en España.

Ahora se llevará a cabo, entre el 6 y el 8 de junio, cuando el Brexit se encuentra en su máximo esplendor y de alguna manera ha modificado sustancialmente la agenda y el espíritu del encuentro entre dos jefes de Estado representativos y no ejecutivos como todo el mundo sabe ya a estas alturas.

Me consta que el rey Felipe se está preparando concienzudamente para la gira. Sabe que la Reina británica está “sumamente preocupada” por la unidad del país que heredó y que mantener sellada esa unidad es precisamente -al igual que Felipe VI en España- el cometido fundamental de su trabajo.

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Paloma Esteban

No sólo por Escocia. Fundamentalmente por Irlanda del Norte, que hace frontera con la Irlanda libre y europea. Junto a los temas políticos cuya ejecución no compete a ninguno de ellos -insisto- una visita de Estado a Reino Unido, con toda la parafernalia que los ingleses acreditan sin complejo alguno, tiene una dimensión mediática de primera magnitud. Para nuestro país resulta esencial que los británicos sigan viniendo a España de forma ocasional o permanente. La buena prensa que por ahora los Reyes tienen por aquellos lares (incluso entre los entrañables tabloides) se hace necesario mantenerla y acrecentarla. La imagen de dos monarcas jóvenes y atractivos como Felipe y Letizia -que lo son- puede convertirse hasta en una cuestión de Estado.

Los inquilinos de Somontes se leen todo; escuchan todo y se informan hasta el último detalle para no ser sorprendidos en la que durante una época fue considerada como la “pérfida Albion”.

En este sentido, la labor del rey emérito ante su prima es hoy y ahora un trabajo impagable para su hijo.