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Graciano Palomo

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El último pistolero

Conozco a Raúl del Pozo hace muchos años. Solo quiero que cuando Raúl del Pozo adorne los telares del cielo… Dios le lleve en la palma de su mano

Foto: El escritor y periodista Raúl del Pozo. (EFE)
El escritor y periodista Raúl del Pozo. (EFE)

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un periodista que lleve el periodismo en el ADN como el conquense Raúl del Pozo, mi eterno compi, y al mismo tiempo presida su vida una especie de compromiso épico con la existencia.

Reunió el pasado 4 a las tres generaciones de periodistas que están en activo. ¡Con un par!

Quedó retratado en el acto de la presentación de su último libro ('El último pistolero') en la chocolatería San Ginés –¡manda churros!– que tuvo lugar el pasado jueves, patrocinado en la presentación por el que fue su alumno más aventajado y exitoso en una humilde escuela de Cuenca, el general (cuatro estrellas) Félix Sanz Roldán, comandante en jefe del siempre inquietante Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Félix no solo es un militar donde los haya, es un hombre de letras, que lo último no está reñido con lo primero.

Vuelvo a Raúl. Ha escrito de él Arturo Pérez Reverte: “Es bueno, veterano, sabio. Es la lucidez, la experiencia y la memoria…”.

Un tipo así solo lo es por generosidad desbordada. La vida está en deuda con Raúl del Pozo

Del Pozo es, en efecto, el cronista de la calle. De los burdeles, de los tahúres, de los estirados de puños almidonados. Precisamente en 'El último pistolero' (Circulo de Tiza), el hombre que vino a este mundo en 1936, como gran homenaje al periodismo y la literatura, Raúl saborea la vida a través de sus “negritas”, baja a las alcantarillas y sube a los salones engominados.

Paso de eslóganes. Conozco a Raúl del Pozo hace muchos años. Me honro con su amistad entrañable incluso con sus pequeñas derivas irrefrenables. Maldigo que cuando quedamos a almorzar con algún gerifalte sea el que intente demostrar que lo hace mejor cuando todo el mundo lo damos por hecho. Un tipo así solo lo es por generosidad desbordada. La vida está en deuda con él.

Gran español y medio pícaro. No se le escapa una. Pero es amigo de sus amigos (entrañable). Yo solo quiero que cuando Raúl del Pozo adorne los telares del cielo y volvamos a encontrarnos… Dios le lleve en la palma de su mano. Se lo merece. Y no los merecemos sus amigos.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un periodista que lleve el periodismo en el ADN como el conquense Raúl del Pozo, mi eterno compi, y al mismo tiempo presida su vida una especie de compromiso épico con la existencia.

Raúl del Pozo