Pablo, presidente

Por fin, han quedado explicitadas dos cosas. Que habrá moción de censura contra Mariano Rajoy y que el candidato a sustituirle será Pablo Iglesias.

Esta era una de las cuestiones claves de la audaz y parece que poco meditada iniciativa anunciada ya hace semanas por la formación morada. La moción no prosperará pero mantendrá entretenido al personal una temporada.

Ya que todo esto va a resultar caro para el contribuyente, al menos divirtámonos. No queda otra que diría un moderno sin mucho léxico. Para Podemos, que no tiene problema alguno en cuestiones de disciplina interna, es una oportunidad de demostrar a sus mesnadas que es el único partido que se atreve y de paso quiere coger al PSOE, independientemente de los resultados del 21-M, con el paso cambiado. Entre otras cosas porque en Andalucía ha empezado el baile para romper con la lideresa Susana Díaz en ayuntamientos y diputaciones.

Dado que la moción parece ya inevitable, estamos ante una ocasión que ni pintada para conocer el programa de gobierno del candidato a jefe de Gobierno, y supongo que dada su afición a nombrar ministros nos soltará algunos nombres al respecto.

Por corto y por derecho, voy a reservar mi agenda 'full time' para ese encuentro brutal, dialéctico, supongo, entre Pablo y Mariano

Definitivamente, amigos, éramos pocos y parió la criatura. Una de las cosas que han hecho de Iglesias un líder, que lo es, es que no repara en gastos. Ya casi al final de mi vida profesional, después de ver tantas cosas aquí y acullá, por nada del mundo me perdería el choque de trenes en el palacio de la Carrera de San Jerónimo entre dos líderes completamente diferentes, diametralmente opuestos. Por un lado, el primer ministro al que el joven de la coleta quiere batir, y por otro, un agresivo candidato que se dio cuenta a tiempo de que los instalados son tigres de papel que le temen más que a un nublado de granizo. Contará, sin duda, más bien por miedo, con el acompañamiento mediático de los que finalmente, si llegan, será comidos por las uñas.

Por corto y por derecho, voy a reservar mi agenda 'full time' para ese encuentro brutal, dialéctico, supongo, entre Pablo y Mariano. Vamos a ver si lo viejo no termina de marcharse y lo nuevo no cuenta con fuerza suficiente para ocupar un espacio de poder que se ha convertido cuasi en obsesión enfermiza. ¡Ahora o casi nunca!