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La secesión y el acongojo empresarial
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Graciano Palomo

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La secesión y el acongojo empresarial

Muchos empresarios catalanes las pían ahora asustados al unísono. Ven que los de la CUP blanden sus guadañas y peligran sus cómodas posiciones enmoquetadas

Foto:  El presidente de la CEOE, Juan Rosell. (efe)
El presidente de la CEOE, Juan Rosell. (efe)

Han pasado olímpicamente durante años del asunto. Los que mandan en la CEOE -un catalán y un bilbaíno- nunca se creyeron que los independentistas llegarían donde han llegado. Oigan, han llegado.

Los gritos son ya baldíos y demasiado tarde. A mí, personalmente, me importa un pimiento morrón que esa Cataluña irredenta, carlistona, cutre, cavernícola y facha se vaya de España o no. Me la repampinfla, que diría el más rufián de todos los rufianes (por traidor charnego más que por méritos intelectuales). Solo me preocupan los más pobretones de Cataluña y del resto de España porque, una vez más, se comprueba que ciertas élites se imponen al sentido común y al común de los intereses.

Muchos empresarios catalanes las pían ahora asustados al unísono con los monjes benedictinos de Montserrat. Ven que los de la CUP blanden sus guadañas y peligran sus cómodas posiciones enmoquetadas.

Foto: Juan José Brugera, presidente del Círculo de Economía. (EFE)

El Círculo de Empresarios, el Cercle d'Economía, tan pulcros ellos, tratan de ganar terreno como si alguien les hiciera ya algún caso. Hace tiempo que deberían haber mandado sus grupos de operaciones especiales y haber abandonado Cataluña. Ahora les van a echar a patadas. En cierto modo me alegro. La Revolución Francesa, que fue en principio una revolución burguesa, acuchilló a sus hijos y se quedaron tan anchos.

Si Cataluña se va, que puede, habrá un gran colapso económico a gran escala. Principalmente en ese territorio cuyas élites no han dejado de mirar con admiración al sistema feudal. Luego a todos los españoles. Una parte de los catalanes han creído a sus mandarines mentirosos y egoístas. Los que podían haberles parado los pies no lo han hecho.

¡Pues ahora, mis queridos empresarios, altos ejecutivos y burguesía del Club de Tenis, a aguantarse!

Han pasado olímpicamente durante años del asunto. Los que mandan en la CEOE -un catalán y un bilbaíno- nunca se creyeron que los independentistas llegarían donde han llegado. Oigan, han llegado.

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