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Aquel día, un Estado en plenitud fue arrodillado por una banda
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Graciano Palomo

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Aquel día, un Estado en plenitud fue arrodillado por una banda

A España siempre le falló su monarquía, su nobleza, sus clases dirigentes, sus abogados, su funcionariado. A España, en momentos trágicos y dramáticos, siempre la salvó su pueblo

Foto: Recuento de votos del referéndum en Tarragona. (EFE)
Recuento de votos del referéndum en Tarragona. (EFE)

No voy a describir aquí lo que todo el mundo ya ha visto y aún, me temo, continuará comprobando: un Estado en plenitud, la cuarta potencia de la Unión Europea, el segundo país territorialmente más extenso de la UE, la nación constituida en Estado más antigua del mundo, humillada, puesta de rodillas, vejada y estúpida.

¿Por quién? Pues por una élite podrida en sus propios intereses inconfesables que, sin embargo, es capaz de agitar la turbamulta a su antojo, llevarla de un lado para otro, movilizarla hasta el paroxismo; al mismo tiempo que demuestra habilidad e inteligencia leninista (en grado sumo) para sacar de mentira verdad y viceversa. ¡Acojonante, oiga!

Yo estoy aquí para describir la verdad y analizarla. Por eso afirmo que ignoro quién o quiénes son los que mecen la cuna del secesionismo: unos dicen que Jaume Roures, el multimillonario trotskista que fue dueño de 'Público' entre otras cosas; otros, que un tal Gene Sharp (Ohio), un agitador profesional a fuer de filósofo que ha elaborado la teoría del “golpe de Estado” de las dos legitimidades que aquí en Cataluña está demostrando su enorme eficacia.

placeholder Jaume Roures tras las cortinas. (EC)
Jaume Roures tras las cortinas. (EC)

Frente a hechos no caben argumentos. Ese hecho es que están siendo capaces de poner en almoneda al Estado español, estrujarlo como una mandarina. Convertir a sus Fuerzas de Seguridad en un guiñapo; utilizar a los próceres de la Iglesia Católica como sus aliados fácticos; responder a gimoteos con golpes que acobardan; tomar la calle cuándo y cómo les viene en gana; hacer prevalecer su bandera, que apenas representa a dos millones de personas, ante la constitucional, que cobija a 48 millones de ciudadanos libres.

Consiguen que sus medios de comunicación resulten implacables con el “enemigo”, mientras que en los teóricamente de la parte contraria, propiedad del Estado, que combaten con fiereza, también imponen su “relato”. ¿Son superiores intelectualmente a sus “enemigos”? No lo sé. Solo compruebo que frente al “perfil bajo” de los comunicadores constitucionalistas que los medios del Estado llevan a sus medios de información, ellos imponen su ley a sangre y fuego mediante un discurso mil veces repetido y manipulado. Ganan la opinión. Son capaces de vender a 'The New York Times' ese relato falso y taimado sobre una realidad ficticia de España; mientras el Estado gasta enormidad de recursos en su legación diplomática de Washington.

Este pueblo, creo, no ha dicho todavía su última palabra. Es lo único que temen los sediciosos

El Estado regala a la Iglesia Católica el IBI, la Seguridad Social a frailes y monjas que nunca han cotizado, les da licencias televisivas. Mientras, una pandilla de curas, algunos obispos y toda la turba de la CEE devuelven los favores en forma de peineta en el mejor de los casos y, en otros, cobijando bajo sus sotanas a los sediciosos y feudalistas. En efecto. ¡Los golpistas son más listos! ¡Más capaces!

Sinceramente, ¿alguien puede sorprenderse de lo que sucede? Miren, a España históricamente siempre le falló su monarquía, su nobleza, sus clases dirigentes, sus abogados del Estado, su funcionariado cejijunto y acobardado. A España, en momentos trágicos y dramáticos, siempre la salvó su pueblo, el pueblo llano. Esta es la verdad histórica. Y la verdad es siempre la verdad.

Este pueblo, creo, no ha dicho todavía su última palabra. Es lo único que temen los sediciosos.

No voy a describir aquí lo que todo el mundo ya ha visto y aún, me temo, continuará comprobando: un Estado en plenitud, la cuarta potencia de la Unión Europea, el segundo país territorialmente más extenso de la UE, la nación constituida en Estado más antigua del mundo, humillada, puesta de rodillas, vejada y estúpida.