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El discurso del falangista
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Graciano Palomo

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El discurso del falangista

Dime de qué presumes y te diré de lo que careces. A la luz de la 'doctrina joseantoniana', cuadra más lo de “falangista” a Junqueras y Romeva que al jefe de Ciudadanos

Foto: El líder de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE)
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE)

Carlos Campuzano, jefe de la bancada PDeCAT en el Congreso, tipo que creíamos frío y moderado otrora, se permitió el inmenso lujo de calificar el discurso de Albert Rivera de “falangista”. En realidad, estaba disparando con fuego graneado, con aviesa y malévola intención.

En realidad, lo que venía a poner en verso parlamentario es ese mantra repetido en su tierra (y en la otra) según el cual todo lo que no se arrodilla ante el separatismo es “falangista, fascista y anticatalán…”. Dime de qué presumes y te diré de lo que careces. Francamente, a la luz de la 'doctrina joseantoniana', cuadra más lo de “falangista” a Junqueras y Romeva que al jefe de Ciudadanos. Pero así están las cosas. El independentismo carlistón y trabucaire, más antiguo y 'naftalinado' que las enaguas de la Piquer, tiene la virtualidad de emponzoñarlo todo, de confundirlo todo y, al fin y a la postre, de sacar de mentira, verdad.

Lo grave es que los padres del líder naranja no puedan abrir su pequeño negocio en Barcelona porque las falanges secesionistas lo impidan

¿Qué sucede? Sucede que Albert Rivera se está erigiendo con Inés Arrimadas como 'protoestandarte' en Cataluña como una alternativa real al poder, si hubiera elecciones regionales auténticamente libres y sin guetos. Haría mal, creo, Mariano Rajoy, si una vez formalizado su acuerdo con el PSOE tuviera algún rictus de ninguneo hacia Rivera. No sería ni justo y mucho menos inteligente.

Desde mi perspectiva, lo grave –con no resultar real ni elegante– no es que Campuzano toque la guitarra desafinada y llame “falangista” a Rivera. No. Lo grave es que los padres del líder naranja no puedan abrir su pequeño negocio en Barcelona porque las falanges secesionistas lo impidan con intimidación y por la fuerza.

El resto de los relatos falangistas en la Cataluña de Puigdemont, Junqueras, Forcadell y Trapero los conoce ya casi todo el mundo.

Carlos Campuzano, jefe de la bancada PDeCAT en el Congreso, tipo que creíamos frío y moderado otrora, se permitió el inmenso lujo de calificar el discurso de Albert Rivera de “falangista”. En realidad, estaba disparando con fuego graneado, con aviesa y malévola intención.

Inés Arrimadas