Aquellos pijos que abrevaron en los pechos de Aznar

Todo está en el video del bodorrio del Real Monasterio de El Escorial. ¡Qué tiempos de soberbia sin causa! ¡Qué niveles de prepotencia levantada sobre el detritus amarillo!

Cuando el otro día oía a Ricardo Costa –hermano de Juan, aquel que fue presentado como el Kennedy español para sustituir a Rajoy, el hombre de confianza de Rodrigo Rato–, el día anterior a Álvaro Pérez, el Bigotes, y el anterior, Paco Correa (don Vito) vinieron a mi memoria aquellos criminales procederes en el poder que les llevaron directamente al averno.

En esos tiempos, el eje de poder básico no era otro que el de José María Aznar. Sin embargo, ni asomo ante los tribunales de Justicia. Incluso, cuando en su primera declaración ante la Policía, nada más ser detenido, don Vito explicó al juez Garzón cómo y por qué había entrado a trabajar para el PP en la sede central de Génova 13.

Afortunadamente, la Historia recogerá hechos demostrados a los que fiscales y jueces no han hecho ni puñetero caso. ¿Acaso Aznar, Botella, Agag, sin ir más lejos, hubieran padecido en sus honores si les hubieran llamado a declarar en calidad de testigos? ¿Acaso se hubieran abierto las cataratas del cielo por un ejercicio tan simple como ese para restaurar la credibilidad de la Justicia? ¿Por qué tanto pavor al pequeño hombre del bigote? Rato, Matas, Sepúlveda, Correa, el Bigotes, Costa, Camps, Blesa y la de dios es Cristo…

Aquellos pijos que llegaron a creerse que eran de verdad, cuando en realidad eran vulgares y presuntos delincuentes… ¡Qué horror, qué inmenso horror!