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Llarena los tiene rodeados
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Graciano Palomo

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Llarena los tiene rodeados

Hace algún tiempo hubiera podido parecer que los prófugos y huidos de la Justicia española son tan listos como Escobar y mucho más osados. Pero han tenido mala suerte

Foto: La exdiputada de la CUP Anna Gabriel, en Ginebra. (EFE)
La exdiputada de la CUP Anna Gabriel, en Ginebra. (EFE)

Acabo de ver una de las series más famosas de Netflix, rodadas en la bella y atormentada tierra colombiana, y al final la conclusión es definitiva: un Estado en pie y en ejercicio siempre acaba partiendo en dos a aquellos que osan echarle un pulso antidemocrático. O tomarle el pelo que viene a ser lo mismo.

Hace algún tiempo hubiera podido parecer que los prófugos y huidos de la Justicia española son tan listos como Escobar y mucho más osados. Han tenido mala suerte. Les ha correspondido en suerte un instructor frío como el clima de su tierra, secundado además en la retaguardia por un canario que en cuestiones de Derecho Penal se puede tirar hasta un farol.

Lo sustancial es que ni Puigdemont ni Gabriel se rían de nosotros. Tenemos derecho a un Estado que no nos deje en ridículo. Esto es sustancial

Quizá si Justicia tuviera contratado a Wolters Kluwer, la traducción del derecho belga (flamenco o valón), los contribuyentes nos hubiéramos ahorrado unos cuantos euros. Pero, sobre todo, Pablo Llarena hubiera tenido lo que precisaba en tiempo y forma. Hay aspectos de las administraciones (cinco), que pagamos y padecemos, que están más obsoletas que el maquillaje de Lauren Bacall e incomprensiblemente continúan vistiendo el muñeco.

Lo sustancial es que ni Puigdemont ni Gabriel se rían de nosotros. Tenemos derecho a un Estado que no nos deje en ridículo. Esto es tan sustancial como para poder seguir pagando el IRPF, el IVA, el Impuesto de Sucesiones y las multas de tráfico sin descojonarnos de nosotros mismos.

Los puristas de la 'izquierda caviar' echan chispas contra Llarena. Les parece que respetaría más las garantías constitucionales un tipo como por ejemplo Conde Pumpido o Garzón, dos sectarios de toma pan y moja. Para estos ni Franco está enterrado ni el Muro de Berlín fue derribado por el pueblo de la Alemania del asesino Erich Honecker, el país que más ha admirado y admirará, por ejemplo y sin ir más lejos, Juan Carlos Monedero, cuyo padre fue a su vez y sigue siendo admirador del dictador español.

¡Casualidades, oiga!

Acabo de ver una de las series más famosas de Netflix, rodadas en la bella y atormentada tierra colombiana, y al final la conclusión es definitiva: un Estado en pie y en ejercicio siempre acaba partiendo en dos a aquellos que osan echarle un pulso antidemocrático. O tomarle el pelo que viene a ser lo mismo.

Carles Puigdemont Cándido Conde-Pumpido