Palo Alto
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La otra 'Manada'
Es ahora cuando toca recordar a los jueces españoles el viejo axioma británico: "Un juez no puede desconocer lo que la mayoría de la población conoce…"
Un amigo de muchos años, galaico e ilustrado, suele decir que en España mandan los inspectores fiscales y los jueces. No le falta razón. Esos colectivos funcionariales gozan de la presunción de probidad y aunque yerren, que yerran mucho, todo o casi todo les resbala.
Ya me lo decía mi madre: "¡Hijo, hazte funcionario!".
Escrito lo anterior tengo que decir acto seguido que en ocasiones los jueces saben que les caerá la mundial interpreten la ley a diestra o siniestra. Les caerá la mundial. Es el caso de la sentencia del pasado jueves en relación con las heroicidades de una muchachada conocida y autodenominada como La Manada cuyo nombre lo refleja todo.
No voy a entrar en los intríngulis de los 371 folios de sentencia de la sala judicial navarra que ha juzgado a los abusadores sexuales. Es muy compleja y, desde luego, está muy argumentada. No es este, en cualquier caso, el rincón del experto judicial.
Lo que sí me llama poderosamente la atención es que los mismos que se ponen estupendos contra la Prisión Permanente Revisable (PPR) se hayan echado a la calle porque les parece que 9 años por un 'abuso' sexual es una bagatela. Que como mínimo deberían comparecer en la antesala de la cámara de gas. Insisto: no voy a ponerme en la piel de los juzgadores profesionales que saben más y además cobran. Hablo de responsables políticos, que también cobran del contribuyente, y que no saben ni interpretar la palabra coherencia. Están al ruido que emana de la calle y de las vísceras como pasaporte para acceder o mantener mamandurrias.
'Manadas' hay muchas y de distinta ferocidad. Algunas de color azul; otras con tintes naranja y, definitivamente, otras moradas
Es ahora cuando toca recordar a los jueces españoles el viejo axioma británico: "Un juez no puede desconocer lo que la mayoría de la población conoce…".
Manadas hay muchas y de distinta ferocidad. Algunas de color azul; otras con tintes naranja y, definitivamente, otras moradas.
Un amigo de muchos años, galaico e ilustrado, suele decir que en España mandan los inspectores fiscales y los jueces. No le falta razón. Esos colectivos funcionariales gozan de la presunción de probidad y aunque yerren, que yerran mucho, todo o casi todo les resbala.