Ponga un Iván en su vida

Es el milagro del día, el fenómeno de moda. Iván Redondo, el hombre que cogió a Pedro Sánchez en estado de demolición y ahora duerme en palacio. ¡Con un par! ¡O dos!

Comprendo la tirria que se está muñendo a su alrededor por parte de los que se consideran herederos naturales e ideológicos del puesto que ocupa al lado del presidente. ¡Es el poder, estúpidos! Ya ha tenido algún fiasco (Pedro Baños), pero todo parece indicar que el gran poder monclovita, por el hecho simple de trabajar ahí, pasa por sus manos. En la noche/madrugada del pasado jueves un gurú de la misma cosa, con un cierto ancestro socialista y algunos trabajos realizados durante la etapa de Zapatero, me recordaba que el segundo de a bordo de Redondo escribió tuits terribles contra los dirigentes del PSOE cuando ambos trabajaban para José Antonio Monago en Extremadura. ¿Y? ¡Es el poder, bobos!

Resultados. Iván Redondo, el nuevo amo de la fontanería monclovita, debe saber que los éxitos por cuenta ajena se difuminan a toda velocidad

Hace algunos meses, en este mismo Palo Alto, nada más incorporarse al 'staff' privativo de Pedro Sánchez, dediqué a Iván Redondo un post que un tiempo después se ha sustanciado en descriptiva realidad. Lo sustancial de aquel comentario es que se estaba produciendo una metamorfosis en la piel del hoy jefe de Gobierno, una catarsis en fondos y formas de la mano del nuevo consejero áulico. Lo del 'no es no' y el puño en alto no cuadraba en puridad con el alma socialdemócrata del entonces candidato; algunas confesiones me hizo al respecto durante algunas caminatas por la calle Mayor.

Se trataba de algo simple: acomodar los hechos a la realidad y aprovechar la ocasión, independiente de si el gol es al estilo Bale o basta con empujar un balón perdido.

Resultados. Iván Redondo, el nuevo amo de la fontanería monclovita, debe saber que los éxitos por cuenta ajena se difuminan a toda velocidad. Pero los fracasos se pagan en primera persona.

Por cierto, ¿alguien sabe dónde está Pedro Arriola?