Palo Alto
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A propósito de Pedro Duque, el astronauta
El ministro de la cosa no ha presentado en los dos meses que lleva en la mamandurria un plan solvente y posible para sacar del marasmo a la ciencia y a la depauperada investigación española
Fue muy hábil y oportunista Pedro Sánchez cuando se sacó de la chistera el nombre de Pedro Duque, el astronauta, y le nombró ministro de Ciencia e Investigación, que viste mucho y al final siempre queda en nada.
Sánchez perseguía la notoriedad y el impacto con Duque. Y lo ha conseguido. Con un nombre, un apellido y un oficio. Que yo sepa, el ministro de la cosa no ha presentado en los dos meses que lleva en la mamandurria un plan solvente y posible para sacar del marasmo a la ciencia y a la depauperada investigación española, más allá de la mera retórica y brindis continuados al sol que rápidamente se estrellan contra la realidad. Se dice más pronto aquello de “ya investigamos” que obtener resultados fehacientes, contables y plausibles.
Aún así, Pedro Duque es el ministro mejor valorado por los españoles con una nota del 5,41 por ciento, seguido de Grande-Marlaska. ¡Curiosamente dos ministros sin ficha en el PSOE! El primero no manda nada y el segundo apunta menos.
Así es la cosa. Cerrando la cola ministerial en la percepción ciudadana aparece como farolillo rojo la ministra de Industria Reyes Maroto a unas décimas de la titular de Hacienda, María Jesús Montero.
De modo y manera, mis queridos amigos, que Duque es el ministro con menos inversión pero con mayor rentabilidad política para el presidente. El día que presente un plan fiable para la Ciencia y la Investigación rompe todos los baremos de Tezanos. Si le da tiempo, claro. Que en este chollo nunca se sabe.
Fue muy hábil y oportunista Pedro Sánchez cuando se sacó de la chistera el nombre de Pedro Duque, el astronauta, y le nombró ministro de Ciencia e Investigación, que viste mucho y al final siempre queda en nada.