El alegato del Villamagna: Casado 'in action'

No es ninguna novedad que el jefe del Partido Popular llene los auditorios. Representa una formación con vocación mayoritaria. El pasado martes el hotel Villamagna se quedó pequeño para escuchar a Pablo Casado. En un día, precisamente, cargado de actualidad política desde el amanecer hasta el ocaso.

Sin embargo, Casado dejó a los asistentes boquiabiertos cuando dedicó los casi 30 minutos de su ponencia hablar del "mundo global", del hipercambio tecnológico que ya envuelve nuestras vidas y en forma de decálogo plantear un proyecto de acción pública que inserte a España en esa nueva revolución en la que chapoteamos. Luego, pasó en el turno de preguntas, a los distintos braserillos que apuntan el interés de los medios al socaire de Cataluña, Andalucía (elecciones), Sánchez y sus distintas ingeniarías financieras para mantenerse en el poder, y, finalmente, su relación con Rivera.

Intentaba demostrar ante un auditorio distinguido, de los que hacen "boca a boca" y marcan territorio, que el PP no se ha equivocado

Casado intentaba demostrar ante un auditorio distinguido, de los que hacen "boca a boca" y marcan territorio, que el PP no se ha equivocado eligiéndole como comandante en jefe. Con su alegato de futuro (expuesto sin un solo papel), citando autores anglosajones de máxima actualidad y prestigio, el jefe del PP quería tapar algunos largones respecto a que le falta un hervor.

Pablo Casado tiene ante sí cuatro grandes retos. El primero de orden interno: liquidar de una vez por todas con los viejos complejos del centro-derecha frente a la izquierda. Si me permitiera el consejo decir al respecto que el Muro de Berlín cayó hace ya la friolera 29 años. Representó el fracaso más absoluto de una ideología puesta en vigor durante 70 años: hambre y represión sin cuento. Entonces, ¿a qué vienen los complejos?

Los tres restantes tienen que ver con las elecciones andaluzas (inminentes); las autonómicas, locales y europeas el próximo año. Y las generales que nunca se sabe.