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Pablo cogió su fusil
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Graciano Palomo

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Pablo cogió su fusil

Además de la sarta de improperios que Casado ha entrelazado estos días, es que utilice los mecanismos parlamentarios para sacar los colores al chulo (político) sin causa

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado. (EFE)
El presidente del PP, Pablo Casado. (EFE)

Dice la amiga de Villarejo, quería decir de Baltasar Garzón (tanto monta), una tal Dolores Delgado, que juran es ministra de Justicia (se le nota), que el jefe del Partido Popular se ha echado al monte y utiliza un lenguaje "guerracivilista".

Es un hecho descriptible, en efecto, que Casado ha elevado el tono de sus epítetos al que llaman y consideran 'okupa' de la Moncloa. Los que acusan de ello al jefe de la oposición parlamentaria —no pretenderán encima que le baile el agua al escritor/presidente— son los mismos que quitan hierro a los insultos de Torra o Puigdemont cuando dicen que los españoles son peor que los africanos o desprecian 'urbi et orbi' cualquier acervo de lo hispánico.

Lo grave de los epítetos de Casado no es que los relate, en público o en privado, sino que sean verdad. No puede pretender el gran provocador que habita en Moncloa que sus fechorías políticas le salgan gratis después de que fue él mismo quien decidió romper todos los puentes con el primer partido de España porque le apretaba las tuercas en su papel de oposición.

Si estuviera yo en la piel del próximo 'best-seller' editorial me preocuparía más por lo que dicen de mí figuras tan señeras como Felipe González, Alfonso Guerra, Javier Lambán, Emiliano García-Page, Soraya Rodríguez, Javier Fernández, Rodríguez Ibarra y un larguísimo etcétera, que lo que de oficio le espete Pablo Casado o Albert Rivera. El problema para Sánchez no es que Casado lo fusile dialécticamente. Su gran problema es que el PSOE, finalmente, salte por los aires… Y todo se andará…

Ignoro si el apriete de dogal de Casado a Sánchez tendrá reparto de beneficios cuando decidan abrirse las urnas. Los socialistas/neocomunistas y demás compañeros mártires siempre han defendido que las "palabras no matan", eso sí, cuando se refieren a las suyas propias o las de sus amigos de Bildu o la CUP. Hasta podríamos estar de acuerdo.

Lo grave de los epítetos de Pablo Casado contra Sánchez no es que los relate, en público o en privado, sino que sean verdad

A mi me interesa más, por ejemplo, que además de la sarta de improperios (ganados a pulso) que Casado ha entrelazado estos días con más o menor acierto, es que utilice los mecanismos parlamentarios para sacar los colores al chulo (político) sin causa.

Dice la amiga de Villarejo, quería decir de Baltasar Garzón (tanto monta), una tal Dolores Delgado, que juran es ministra de Justicia (se le nota), que el jefe del Partido Popular se ha echado al monte y utiliza un lenguaje "guerracivilista".

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