¿Dónde está ZP?

Estoy por preguntárselo a su agradecida publicista de cabecera, Angélica Rubio, buena gente, porque nadie sabe darme razón sobre el paradero del gran Zapatero, el mismo que iba a cambiar el cosmos cuando coincidiera en el poder con Barack Obama, según la insigne estadista, Leire Pajín.

¿Estará oculto en alguna prospección petrolífera del caribe venezolano? ¿Debajo de algún cocotero en la finca de Diosdado Cabello? ¿Repasando el último discurso del sátrapa asesino?

¿Haciendo gestiones ante sus amigos para que dejen pasar la ayuda humanitaria para que no mueran los niños venezolanos por desnutrición o los ancianos enfermos de aquel país puedan tener algunos fármacos que mitiguen su dolor? Esto último sería muy "socialista", ¿no? Aquí en Madrid no se habla de otra cosa. ¿Dónde está Zapatero? Tengo escrito que la "pista española" dejada por los petrodólares venezolanos y la industria del narcotráfico en aquel territorio es uno de los ingredientes que me motivan. Como no tengo pruebas —por ahora— acerca de los nombres que se están vehiculando entre dantes y tomantes, mejor aguardo hasta que los jefes de la narco/política estén entre rejas y se decidan a cantar la Traviata. Estoy seguro de que no defraudarán tanta curiosidad. Y tiro por elevación zapateril.

No me cierro a creer en la buena voluntad del leonés. Simplemente es que no sabe

No me cierro a creer en la buena voluntad del leonés. Simplemente es que no sabe. No sabe que el Muro de Berlín no fue derruido por los tanques de la OTAN, sino por las manos del pueblo de la Alemania del Este. No sabe que ningún régimen comunista no ha dado libertad ni pan a su pueblo. No ha querido saber que sus amigos venezolanos son asesinos. Esta es la cuestión, Zapatero. Mucha gente de la diáspora cree que tu "mediación" (no pedida) no es gratis. Felipe González, por ejemplo, nunca entendió tus enredos. Yo, expresidente, sí. Querías salvar al sufrido pueblo venezolano como en su día salvaste el noble pueblo español. Al que arruinaste sin miramientos y repleto de frivolidad.

Nadie enseña, don presidente, lo que no sabe.