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Una inmensa España líquida... y vacua
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Graciano Palomo

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Una inmensa España líquida... y vacua

Lo realmente alarmante es que la sociedad para la que no trabajan se ha mimetizado con los comportamientos y las peroratas de los políticos

Foto: Turistas en el centro de Barcelona. (EFE)
Turistas en el centro de Barcelona. (EFE)

Lo más grave de lo que nos acontece como sociedad no es que los dirigentes políticos españoles de la actual hora (y en su conjunto) hayan tocado suelo en el parecer de sus empleadores (contribuyentes). No. Lo realmente alarmante es que la sociedad para la que no trabajan se haya mimetizado con sus comportamientos y sus peroratas.

El mundo se ha convertido en "líquido", al decir del gran Zygmunt Bauman (modernidad líquida), pero si se tabulara un 'ranking' entre las veinte potencias económicas de la tierra, quizá y probablemente España encabezaría esa desgraciada lista. Veamos.

El debate público entre los grandes partidos se reduce a ver quién, por decirlo fino, acumula más kilos de testostorena

El debate público entre los grandes partidos se reduce a ver quién, por decirlo fino, acumula más kilos de testosterona; por ver quién es capaz de proponer la sandez más caudalosa siempre alejada de la realidad real. Por ver quién hace la gracieta más graciosa a costa del otro.

Ese paisaje nos lleva con solución de continuidad a los debates periodísticos que, en términos generales, suelen ser un mal remedo de lo anteriormente expuesto. Esto es, lugares comunes, ausencia de conocimiento (aún información básica), clichés plagados de lo "políticamente correcto" cuando no meras correas de transmisión de los deudos políticos.

Los intelectuales, ¿qué intelectuales?, se han subido al carro, ni están ni se les conoce. Los "gurús" económicos hacen predicciones que no se cumplen, entre otras cosas, porque manosean cifras falsas que nada tienen que ver con la realidad de una caja pública absolutamente apolillada con casi billón y medio de deuda. Esta es la verdad. Y la verdad es siempre la verdad.

En medio está la clase media —lo que queda— pagando impuestos y con el temor a perder su empleo, su nivel de vida o echar la persiana

La clase emprendedora —los empresarios de toda la vida o casi— están a lo suyo, que no es poco. Piden tan poco ("estabilidad") que ni siquiera les hacen el más puñetero caso. Los grandes se saben los resquicios para pegar sus pelotazos, esté Felipe, Aznar, Zapatero, Rajoy o Sánchez. Con unos abrevaban mejor que con otros, naturalmente y no siempre tiene que ver con el color político o la mayor o menor proximidad ideológica, si la hubiera.

En medio está la clase media —lo poco que queda de ella— pagando impuestos y con el temor a perder su empleo, su nivel de vida o tener que echar la persiana a sus pequeños negocios. La clase peor parada es siempre la peor parada. Son millones, han optado electoral y democráticamente por todas las opciones para al final conocer que han llegado con más injusticias de las que decían venir a combatir.

Y ahora, el 10-N….

Lo más grave de lo que nos acontece como sociedad no es que los dirigentes políticos españoles de la actual hora (y en su conjunto) hayan tocado suelo en el parecer de sus empleadores (contribuyentes). No. Lo realmente alarmante es que la sociedad para la que no trabajan se haya mimetizado con sus comportamientos y sus peroratas.

Política Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)