Palo Alto
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El 'triunfus' que le faltó a Rivera
El líder 'naranja', cuya ambición va pareja a su inconsistencia psicológica, lo tuvo todo para llegar a primer ministro. Todas las oportunidades fueron dilapidadas
Albert Rivera ha sido el primero en caer. No me alegro en absoluto. Quiso una España sin colores 'guerracivilistas' y, en cambio, ha cosechado el abandono y la derrota. No se puede afirmar con justeza que su derrota se deba a sus adversarios políticos. Es cosa enterita de su cosecha. Rivera, cuya ambición va pareja a su inconsistencia psicológica, lo tuvo todo para llegar a primer ministro; todas las oportunidades fueron dilapidadas en el altar de su inmensa egolatría, esto es, que se creyó era de verdad.
Tuvo el favor financiero; dispuso de las mejores circunstancias por los errores del PP y del PSOE. Ganó las elecciones en Cataluña y desdeñó el triunfo arrojando el mismo al limbo. Primero fue de "Libertad" —el movimiento antieuropeo del irlandés Declan—; luego se fue a la socialdemocracia; se instaló en el liberalismo y, finalmente, disputó sin éxito el liderazgo a Mariano Rajoy y Pablo Casado. ¡Demasiado! Y todo a la vez.
Para este modesto escribidor que tiene estima personal a Rivera, su gran problema no han sido los bandazos, el 'veleterismo' (también Sánchez es consumado maestro y ahí está), no. Ha sido una chulería que no tenía causa alguna. Y, como corolario de lo anterior, que nadie a su alrededor se atrevía a cantarle las cuarenta porque quedaba fulminado 'ipso facto'.
Siempre sostuve que la unidad del centro-derecha desde el inicio mismo de la Transición es un bien de Estado. Continúo pensando lo mismo. Nada más hay que leer con un mínimo de atención los resultados del 10-N. Vox y lo que queda de Ciudadanos son los mejores aliados de Sánchez. Diga lo contrario Tezanos o el lucero del alba. Frente a hechos de la ley D'Hont no caben argumentos fatuos. No sé si Ciudadanos tiene posibilidad de recuperarse o si por el contrario seguirá el camino de UCD, CDS y UPyD. Pintan bastos. Pero en este país de extrañezas nunca se sabe, mis queridos amigos.
Albert Rivera ha sido el primero en caer. No me alegro en absoluto. Quiso una España sin colores 'guerracivilistas' y, en cambio, ha cosechado el abandono y la derrota. No se puede afirmar con justeza que su derrota se deba a sus adversarios políticos. Es cosa enterita de su cosecha. Rivera, cuya ambición va pareja a su inconsistencia psicológica, lo tuvo todo para llegar a primer ministro; todas las oportunidades fueron dilapidadas en el altar de su inmensa egolatría, esto es, que se creyó era de verdad.