Palo Alto
Por
Cuando al gato le pusieron un cascabel
Durante la investidura, la bancada constitucional cayó en la trampa. A Sánchez, el estilete hasta la bola se lo dieron Rufián, Aizpurua, Bassa y Matute
Comprendo la indignación al oír hablar y perdonar la vida a la España democrática a una tal Mertxe Aizpurua (Bildu) desde la sacrosanta tribuna a la que subieron Sagasta, Cánovas o Julián Besteiro. Lo comprendo. Bastantes de los diputados que calentaban los escaños la pasada semanas —entre ellos socialistas— tuvieron que asistir en su día a los funerales por compañeros asesinados por los ancestros políticos de la susodicha.
La bancada constitucional cayó, sin embargo, en la trampa. Porque realmente el estilete hasta la bola se lo dieron a Pedro Sánchez Gabriel Rufián (ERC), Aizpurua (Bildu), Montserrat Bassa (ERC) y Oskar Matute (BILDU).
Vean. Rufián dijo esto textualmente:
"Señor Sánchez: A ver si se va enterando… No habrá legislatura, si no hay mesa a cuatro, de igual a igual, sin vetos, donde se hable con todos y de todo, derecho a decidir incluido… Porque estos ratones —subrayó ufano y consciente de que tenía en su mano la investidura—, nos hemos atrevido, por fin, a ponerle un cascabel al gato (Sánchez) (...) ¿Cómo hacemos para que el PSOE cumpla? Pues, entérese... Si no hay mesa, no hay legislatura (...) Si no hace realidad lo acordado y sus concesiones será un presidente con una legislatura fugaz...".
La señora Aizpurua (Bildu) condenada (1984) por apología del terrorismo. Dijo textualmente.
"Este régimen del 78 es el 'atado y bien atado' ordenado por Franco (...) La Transición fue un fraude (...) Felipe VI es una muestra del autoritarismo de este Régimen (...) Observo en usted un cambio de actitud y compartimos gran parte de su discurso (...) Mediremos sus hechos y decisiones (no sus palabras) a ver si se atreve a romper el candado de la Constitución (...) Vamos a posibilitar su investidura con la esperanza de una ventana de oportunidad (...) Le recuerdo que en Navarra gobierna su partido gracias a nosotros (...) Usted es la última oportunidad para las naciones vasca, catalana y gallega (...) Usted es el último tren hacia la última estación".
Montserrat Bassa (ERC):
"Me importa un comino la gobernabilidad de España (...) Ustedes —dirigiéndose a la bancada del PSOE y mirando a Sánchez— también son "verdugos" de mi pueblo (...) Nos abstendremos para darle a usted la oportunidad de dialogar (la autodeterminación de Cataluña)".
Oskar Matute (Bildu):
"Ni nos han vencido, ni nos han domesticado (...) Su investidura, señor Sánchez, no es el comienzo de nada, sino la continuación de todo, porque la lucha puede empezar en cualquier momento…".
Sánchez:
"Gracias por la abstención".
De todo esto y más se hubiera enterado el pueblo español de no ser por la absurda y estulta gresca.
Comprendo la indignación al oír hablar y perdonar la vida a la España democrática a una tal Mertxe Aizpurua (Bildu) desde la sacrosanta tribuna a la que subieron Sagasta, Cánovas o Julián Besteiro. Lo comprendo. Bastantes de los diputados que calentaban los escaños la pasada semanas —entre ellos socialistas— tuvieron que asistir en su día a los funerales por compañeros asesinados por los ancestros políticos de la susodicha.