Inés, al timón

Mientras espera su bebé -varón sin nombre decidido-, Inés Arrimadas desarrolla una frenética actividad de cara con dos objetivos fundamentales. El primero, reorganizar las maltrechas huestes naranjas aprovechando el congreso que tendrá lugar a mediados del próximo mes de marzo. El segundo, tratar de romper los pétreos bloques políticos y sociales que imposibilitan la rutilante marcha de España hacia el futuro.

Opinión

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Alberto Pérez Giménez

Respecto al primer tema, capital, no veo a la nueva zarina ciudadana entregando la cuchara a Pablo Casado tal y como avanzan algunos observadores. Ella cree que son partidos con culturas y tradiciones diferentes y, en efecto, lo son, aunque al día de hoy en los temas mollares resulta difícil poner puertas a ese campo. Tiene una ventaja y una desventaja añadida. En efecto, el votante de Ciudadanos es gente de "morro fino", esto es, que dependiendo de cómo se desarrollen las políticas y los acontecimientos su voto pulula de un lado para otro sin rumbo fijo. Como sucede en las grandes democracias del mundo libre.

Está, lógicamente, por encontrar un acuerdo en Galicia y País Vasco con el PP; me parece algo elemental. Con los mismos argumentos a tener en consideración en Cataluña cuando los supremacistas decidan levantar de nuevo el telón electoral autonómico. ¿Será suficiente todo ello para lograr sumar una alternativa de poder real del centroderecha al leviatán social/comunista?

Porque si ese acuerdo en Galicia y País Vasco no fuera posible y quedaran de nuevo en blanco, entonces sí que la formaciòn entraría en almoneda. Por de pronto, Arrimadas tiene que ganar el congreso. El único que anda tocando el badajo es el bueno de Paco Igea, “que hace en Ciudadanos lo mismo que hizo en UpyD...”, recuerdan sus todavía compañeros de militancia.

Ya dejó escrito el fundador del PP que en política todas las victorias son efímeras y todas las derrotas provisionales.