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El PSOE, ¿auténtico?
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Graciano Palomo

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El PSOE, ¿auténtico?

¿Dónde ha quedado aquel centroizquierda que durante 14 años del PSOE de González hizo posible la transformación de España repleto de sentido común y realismo?

Foto: Reunión de la Comisión Permanente de la Ejecutiva Federal del PSOE. (EFE)
Reunión de la Comisión Permanente de la Ejecutiva Federal del PSOE. (EFE)

Los dirigentes de la oposición constitucional —hay otra que no lo es— tratan vanamente de excitar los ánimos de aquellos dirigentes socialistas que bajan la vista cada vez que su comandante en jefe —ni Felipe González gozó de tanta impunidad durante su larga etapa al frente del PSOE— perpetra algo que choca con la larga historia —no siempre limpia— del Partido Socialista.

Saben muy bien que pinchan en hueso cuando apelan al 'PSOE AUTÉNTICO'. Los cargos electos y los nombramientos a dedo son una especialidad en la que se ha doctorado Pedro Sánchez. Ni Felipe González, ni Alfonso Guerra, ni Joaquín Almunia, ni Zapatero fueron nunca tan duchos como el exbaloncestista a la hora de darle a la manija de las mamandurrias. Y el que se mueve, a Alcañiz como el bueno de Ignacio Urquizu.

placeholder El expresidente, Felipe González. (EFE)
El expresidente, Felipe González. (EFE)

¿Dónde ha quedado aquel centroizquierda que durante 14 años del PSOE de González hizo posible la transformación de España repleto de sentido común y realismo? La izquierda española, específicamente el PSOE, ha vuelto a revestirse de aquel infantilismo propio de los primeros años del comunismo; mira constantemente por el retrovisor en lugar de otear nuevos horizontes desde una socialdemocracia que ha sabido adaptarse a los cambios inevitables que provoca el tiempo y las nuevas circunstancias económicas, tecnológicas, laborales a las que no se puede poner puertas.

Podemos coincidir en algo elemental: el disgusto que produce determinados aspectos de la sociedad actual. Sin embargo, la pretensión de modificarlos y superarlos requiere imaginación no precisamente bucear en fórmulas fracasadas del pasado. Y mucho menos levantar nuevos templos en los que adorar becerros de cartón piedra y en donde no se permite ni el debate, ni la crítica, ni, en muchos casos, la aplicación del sentido común.

El mundo libre ya ha comprobado las nefastas consecuencias que tiene para el bienestar de los pueblos el hecho de que los políticos se conduzcan sobre falsos y manidos clichés ideológicos a los que colocan por encima de la realidad.

Los dirigentes de la oposición constitucional —hay otra que no lo es— tratan vanamente de excitar los ánimos de aquellos dirigentes socialistas que bajan la vista cada vez que su comandante en jefe —ni Felipe González gozó de tanta impunidad durante su larga etapa al frente del PSOE— perpetra algo que choca con la larga historia —no siempre limpia— del Partido Socialista.

Alfonso Guerra Pedro Sánchez