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Iglesias: Al ataque, que es lo mío
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Graciano Palomo

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Iglesias: Al ataque, que es lo mío

¡Mucha salud!, señor vicepresidente. En el ataque y la defensa son maestros sin igual. Una legión de 'cofeos'

Foto: El vicepresidente de Derechos Sociales del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)
El vicepresidente de Derechos Sociales del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)

Observé atentamente el primer plano de la cara de Pablo Iglesias durante el pleno del pasado miércoles, especialmente, cuando los líderes de la oposición, practicaron el tiro al pato con su vicepresidencia.

Aguantó estoicamente las tarascadas, repletas de datos irrefutables, y, supongo, que estará arrepentido, o no, de todo aquello que fusiló sin desmayo ni recato. Porque, en efecto, en cinco años —¡un genio!— ha pasado de ser un 'quiddam' sin oficio y menos sueldo que merodeaba por las teles marginales de ultraderecha, a un potentado que derrocha poder y posibles. Esta es la realidad.

Dicen que vive encabronado porque Sánchez le intenta tomar el número cambiado —como a todos— y aunque no se atreve a enfrentarle directamente —en eso siempre Iglesias le ganará por goleada— intenta reducir su vicepresidencia a un merengue sin fu ni fa.

Tengo para mí que, el día que pueda, desenvainará su tizona para ensamblar a todo lo que se menee. Ahora está acorralado por muchas circunstancias, incluida, el hecho de que los Estados Unidos, no Trump, no, los Estados Unidos hayan decretado la captura de sus amigos Maduro y Cabello bajo la acusación de narcotráfico y terrorismo. ¡Mal asunto!

Pero, sobre todo, lo que me ha llamado la atención que el Gobierno, que él 'vicepreside', haya pedido ayuda a la NATO (OTAN) para ganar la guerra al bichito malhadado. ¿Qué pensarán sus amigos Maduro, Putin, el iraní Rahuní, Raúl Castro y el resto de que un gobierno que está bajo su 'vicemando' haya pedido árnica al, según ellos, el sable del mundo opresor capitalista? Porque una cosa es "cabalgar contradicciones" y otra bien distinta, oiga, chapotear en la contradicción misma. Alguien leído podría espetarme que también Stalin pactó con Hitler. Y dirá verdad, pero son otros tiempos y en otras circunstancias.

Iglesias, que es el más listo de toda la brunete gubernamental, se debe estar descojonando de risa tras el episodio de Miguel Lacambra

Tampoco hace falta ser profesor en la emponzoñada Complutense para saber que en muchos casos la mejor defensa es un buen ataque. Irene Montero, por ejemplo, dice que la oposición está utilizando la gran pandemia para desgastar al Gobierno. ¿Oiga, doña Irene, qué otra cosa ha hecho usted a lo largo de su vida política" ¿Acaso no es usted ministra por la crisis del 2011 y por las circunstancias que rodearon a la corrupción Gürtel? ¿Acaso no utiliza usted su sillón ministerial y sus inmensos recursos (públicos) para desgastar y si fuera posible aniquilar (políticamente, 'of course') a la oposición en ejercicio decididamente bolivariano?

Iglesias, que es el más listo de toda la brunete gubernamental, se debe estar descojonando de risa tras el episodio de Miguel Lacambra y le debe haber echado una bronca monumental a su cuate Echenique por subirse a ese barco sin razón y, sobre todo, a deshora.

Sería la primera vez en la historia del mundo que con un montaje 'trabucaire' se derriba la realidad fehaciente.

¡Mucha salud!, señor vicepresidente. En el ataque y la defensa son maestros sin igual. Una legión de 'cofeos'.

Observé atentamente el primer plano de la cara de Pablo Iglesias durante el pleno del pasado miércoles, especialmente, cuando los líderes de la oposición, practicaron el tiro al pato con su vicepresidencia.

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