El pueblo ante la tragedia y el desastre

Datos al día del viernes, hechos objetivos al día 10 de abril, datos y hechos oficiales, que ya es decir. Infectados: 157.022. Muertos: 15.843.

¿Se puede presumir ante tamaña tragedia? ¿Podrán ir tranquilamente por la calle cuando se conozca con exactitud y de verdad el número de contagiados y fallecidos? ¿Podrán los edecanes mediáticos colgar a sus jefes políticos medallas de corazón púrpura?

Cada mañana puedo oír el silencio despavorido y ensordecedor de un pueblo confinado tras tanto sufrimiento, tras tanta tortura, al que se le impide incluso ofrecerle un respiradero en el que vomitar su rabia, su incertidumbre, su ansiedad y su angustia. Los veo distanciados en las inmensas colas de las tiendas de comestibles, con sus mascarillas, mientras en las televisiones (la inexportable RTVE liderando), el Congreso, las redes, su Gobierno trata de convencerles de que la mentira es sabrosa y que deben dar gracias al Altísimo por contar con una gran colección de hombres de Estado —generosos, capaces y fuertes— regalo de la Providencia.

Veo a ese pueblo desmadejado ante el presente y obsesionado con un oscuro porvenir al que ya ni dejan opinar ni lamer su mala suerte. ¿Qué hace ese pueblo que ni siquiera se puede reunir para exhalar un quejío? Sufrir, aguantar y esperar.

El centro-derecha y la derecha le ha comprado la patente a la izquierda en Facebook y Twitter. La Tercera España, una vez más, no es posible

Se entera de que Illa desmiente a Montero; que Calviño contradice a Iglesias; Escrivá a Díaz; que Marlaska quiere que le condecoren; que Ábalos está feliz y dicharachero con todo lo que ocurre; que Iván Redondo aumenta su poder; que Pajín ha vuelto con buena pasta, faltaría, para redimir al pueblo y que, finalmente, los dos provocadores por antonomasia, Lastra y Echenique, canturrean 'chorroborreces' desde que nace el sol hasta el ocaso. La primera ofrece lecciones de competencia técnica a la oposición —ella, precisamente—; el segundo, Echenique reparte patentes de constitucionalismo, respeto, educación y patriotismo, él precisamente.

En las redes el guerracivilismo alcanza su punto álgido. El centro-derecha y la derecha le han comprado la patente a la izquierda en Facebook y Twitter. La Tercera España, una vez más, no es posible. Esta España, sin embargo, está unida a las que combaten en trincheras ahítas de odio, por una cosa: quieren que el pueblo se exprese a no tardar cuando los féretros dejen de apilarse uno sobre otro y la importación de los ataúdes deje de ser un gran negocio en el vecino Portugal.

Entonces, se producirá el veredicto. Lo que Sánchez teme. Sin miedo, es imposible comprenden sus procederes.