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Lo que va de Merkel a Sánchez
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Graciano Palomo

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Lo que va de Merkel a Sánchez

En la actual hora de España, Sánchez se empeña en diluir sus responsabilidades y sus fiascos mirando al exterior...

Foto: Angela Merkel y Pedro Sánchez, durante una cumbre de líderes de la UE en octubre de 2019. (Reuters)
Angela Merkel y Pedro Sánchez, durante una cumbre de líderes de la UE en octubre de 2019. (Reuters)

Incluso en los parcos manuales de agitación del fracasado y cavernario populismo que podría redactar Monedero, se incluye un apartado en este sentido: "Nunca es igual que al frente de los asuntos esté un líder que lo ocupe otro que no lo es... No es lo mismo un nombre que otro...".

Ello en situaciones de normalidad; imaginen en situaciones de extraordinaria dificultad y agobio como la actual.

Foto: Manifestación con distancia física en Tel Aviv. (Reuters)

Los anglosajones lo tienen claro: si durante la II Guerra Mundial hubiera habitado en Downing Street Neville Chamberlain en lugar de Winston Churchill, el Reino Unido hubiera caído bajo la bota del nacionalsocialismo teutón.

En la actual hora de España, Sánchez —¿de dónde vienes, manzanas traigo?—, se empeña en diluir sus responsabilidades y sus fiascos mirando al exterior... 'Todos hemos hecho lo mismo, somos iguales, incluso, yo soy mejor...', deja caer cuando lee los papeles que le escribe un deterioradísimo Redondo.

No, señor. Ni siquiera me voy a ir a Nueva Zelanda, donde la 'premier' Jacinda Ardern le podría dar un curso rápido de buen gobierno. Me voy a quedar en Europa donde su amigo socialista luso Antonio Costa —un país rescatado y donde la inversión sanitaria quedó en mínimos— ha reducido las tasas de mortalidad por el virus bajo mínimos porque lo vio venir y tomó medidas. Podría hablarle del popular griego Kyrios Mitsotakis, cuyo país, tras el rescate europeo, bajó la inversión sanitaria en un 40%. ¡No vayamos siquiera a Irlanda!

Entonces, ¿de qué demonios presume Sánchez? ¿Dónde están los argumentos para sacar pecho?

Por último, la canciller Angela Merkel en Alemania. Todos los anteriormente citados, pero especialmente esta última, se dirigieron a sus pueblos con la verdad como escudo y no tratan de esconder sus carencias que, en el peor de los casos, son infinitamente menos que las del hombretón de la Moncloa.

Sánchez lo que debe hacer es gastarse unos euros en llamar todos los días a Merkel y hacerle caso...

Alemania está saliendo. La canciller —en plena retirada política personal— tiene la aquiescencia del 96% de su pueblo, está arrastrando hacia arriba a su tejido productivo y empresarial y es puesta como ejemplo en todo el mundo.

No es lo mismo uno que otra. No lo es. Merkel es una estadista con profundos conocimientos científicos y una dirigente honrada. Uno de los exdirigentes socialistas con más fuste técnico y moderación demostrada, el mismo que despreció un pesebre público con el que Sánchez intentó comprarle, me lo decía hace poco más de cien horas: "Sánchez lo que debe hacer es gastarse unos euros en llamar todos los días a Merkel y hacerle caso... Para algo tiene que servir que le invitara a Doñana”.

Es lo que va entre una gobernante reconocida y un aspirante a creerse que es de verdad. A la primera las dificultades le llevan a la sensatez; al segundo le conducen directamente al averno.

Incluso en los parcos manuales de agitación del fracasado y cavernario populismo que podría redactar Monedero, se incluye un apartado en este sentido: "Nunca es igual que al frente de los asuntos esté un líder que lo ocupe otro que no lo es... No es lo mismo un nombre que otro...".

Pedro Sánchez Angela Merkel