La decisión de Inés

No me encuentro entre aquellos que creen en la perversa 'traición' de la lideresa de Ciudadanos. Ni en una rocambolesca pirueta endogámica para salvar el pellejo ni la pervivencia de su formación. Entre otros argumentos, porque la salvación o no de una opción partidaria concreta asienta sus reales en otros menesteres.

Inés Arrimadas optó por no dejar solo a Sánchez porque no deseaba pasar a la historia como una dirigente irresponsable en el caso de que el decaimiento del estado de alarma pudiera causar más muertos y contagiados. Y, de paso, aprovechando la coyuntura que se le brinda, arrancar del intratable Sánchez algo más que desprecio y desconsideración. Me consta que se fía lo justo del personaje.

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Cuando esta semana Arrimadas volvió a intercambiar impresiones con Sánchez —obligado este por su acuerdo anterior para no ser derrotado en el Congreso de los Diputados— el interés del primer ministro no fue otro que intentar apuntalar el apoyo de los liberales para los Presupuestos Generales. La sorpresa de la joven dirigente naranja fue mayúscula cuando, minutos después de cerrar Skype, fue informada de que el presidente pretendía pedir una nueva prórroga por un mes. Inmediatamente, su servicio de prensa hacía llegar a toda velocidad esto:

"Durante la conversación, el presidente del Gobierno no ha informado de que esté pensando en pedir una nueva prórroga de 30 días... En caso de que haya cambio de criterio, será el Gobierno quien tenga que explicarlo... No aseguramos ningún apoyo a iniciativas gubernamentales si cada una de ellas no va precedida de diálogo y negociación…".

Mal asunto, Inés. ¿Un socio que pide apoyo y ni siquiera te informa de sus pretensiones?

Ahora, la gran cuestión es si Ciudadanos, tan decisiva fuerza en los gobiernos autonómicos de Madrid, Andalucía y Castilla y León, decide seguir por el mismo surco o abrir un nuevo tajo.

En acertar o no, le va la vida. Ya dijo el clásico que gobernar es decidir y decidir es optar.