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Marlaska & Robles: convivencia imposible
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Graciano Palomo

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Marlaska & Robles: convivencia imposible

Bien. Dos años después ni Marlaska quiere saber nada de su antigua 'sponsor' ni la 'exsponsor' dirige la palabra a su antiguo patrocinado

Foto: Los ministros del Interior, Fernando Grande-Marlaska (c), y Defensa, Margarita Robles, y el que fuera director general de la Guardia Civil, Felix Azón. (EFE)
Los ministros del Interior, Fernando Grande-Marlaska (c), y Defensa, Margarita Robles, y el que fuera director general de la Guardia Civil, Felix Azón. (EFE)

Desde la restauración democrática no se conoce un caso como el de Fernando Grande-Marlaska. Ni apellido compuesto ni K. El poder bien vale unas cuantas traiciones.

El mismo juez que encarceló a Arnaldo Otegui. Y 44 proetarras más, militantes en la entonces ilegalizada 'Segi' (24 mayo 2005), se fueron 24 preventivos meses a la trena bajo la firma del juez instructor de la Audiencia Nacional. Han pasado 15 largos años; ahora la muchachada de Otegui en el Congreso de los Diputados da cobertura y aliento al Gobierno del que forma parte el exjuez, nada menos que en un departamento ministerial con vitola de 'Estado'.

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (i), en presencia del ex director general de la Guardia Civil Félix Azón. (EFE)

Desde que aterrizó en Madrid procedente de Bilbao, Fernando Grande-Marlaska estuvo cobijado bajo las faldas del PP que le incrustan en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y al frente de la Sala Penal de aquella instancia excepcional que es la AN. Cuando observó que los legajos resultaban aburridos, Marlaska —apoyado inicialmente por el ministro de Justicia Ruiz-Gallardón— intenta hacer carrera política con Rajoy en el poder; utiliza a la hermana del expresidente, Mercedes, para su acercamiento, si bien Mariano, desconfiado, no termina de fiarse.

Su amiga en el otro lado, Margarita Robles hará el resto. Es una mujer próxima al nuevo líder socialista, los presenta y se opera la caída de Damasco. El flechazo es fulminante. De candidato del PSOE por Madrid o lo que fuere menester. Como Robles no acepta Interior porque su cordial enemiga Dolores Delgado va a Justicia, decide elegir el ministerio de Defensa que, ya se sabe, los uniformados son muy disciplinados y no crean problemas.

Bien. Dos años después ni Marlaska quiere saber nada de su antigua 'sponsor' ni la 'exsponsor' dirige la palabra a su antiguo patrocinado. Hasta convertirse el problema personal entre ambos en un asunto grave para la unidad y estabilidad gubernamental esa que tanto cacarea Sánchez.

Marlaska disfruta de cartera poderosa. Claro. Pero de él ya no se fían ni las víctimas del terrorismo

Marlaska disfruta de cartera poderosa. Claro. Pero de él ya no se fían ni las víctimas del terrorismo —fue para ellas 'in illo témpore' un icono imprescindible en su azote etarra—, ni la Guardia Civil, ni la Policía Nacional, ni el PP —al que debe buena parte de su exitosa carrera judicial—, ni su otrora amiga Robles.

En medio, Sánchez que, según fuentes monclovitas, aprovechará a no tardar una ocasión propicia para soltar lastre. Es, al día de hoy, la última ratio de un personaje subyugado por el poder. La ambición le permitió subir a toda velocidad y es probable que también le sirva para descender con la aceleración del Apollo XIII.

Quizá haya que esperar hasta final de mes. Entonces, tras el fin del estado de alarma podría esculpirse un reluciente y llamativo RIP.

Desde la restauración democrática no se conoce un caso como el de Fernando Grande-Marlaska. Ni apellido compuesto ni K. El poder bien vale unas cuantas traiciones.

Fernando Grande-Marlaska Guardia Civil Dolores Delgado