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Graciano Palomo

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El silencio de Rajoy

Irreductible ante los envites para abrir la boca. Siempre fue muy antiguo y salvo el plasma, se ha mantenido fiel a su creencia de que en boca cerrada no entran moscas

Foto: El expresidente el Gobierno de España, Mariano Rajoy. (EFE)
El expresidente el Gobierno de España, Mariano Rajoy. (EFE)

El hombre que tuvo que enfrentar la crisis del Prestige —¡Nunca mais!—, el cerco a las sedes de su partido cuando el 11-M —España no se merece un gobierno que les mienta—, la crisis de ébola —¡asesinos, ¡asesinos!—, las manifestaciones violentas en forma de marea cuando los "recortes" ante la quiebra de la caja pública testada en herencia por Zapatero, ha permanecido silente, Rajoy 'style', durante todo el largo y penoso confinamiento.

Solo ha sido noticia, bien a su pesar, tras el chivatazo de un viejo enemigo, que, además es su vecino cuando alertó a unos 'paparazzis' de que el expresidente se pasaba la cuarentena por el forro del chándal con el que "anda deprisa" por los alrededores de la madrileña Cuesta de las Perdices.

Ni una palabra; ni un rictus a propósito de la opinión que le merece la gestión del señor que cambió su colchón en Moncloa

Ignoro si Grande Marlaska, ha firmado ya o no, la sanción de 600 euros que a tenor del Decreto le corresponde. Mira por donde, tiene la ocasión de aplicar su venganza contra un expresidente que se negó en redondo a darle poltrona en el Ejecutivo pese a los reclamos que le hacía su hermana. Me consta que cada quince días, más o menos, ha acudido a su despacho del Paseo de la Castellana a cumplir como registrador de la propiedad con los turnos de guardia tocados en suerte entre sus colegas de oficio al tratarse de una "actividad necesaria".

Ni una palabra; ni un rictus a propósito de la opinión que le merece la gestión del señor que cambió su colchón en Moncloa y que poco antes le había arrojado —con la ayuda inestimable de un juez— por los amplios ventanales de la Carrera de San Jerónimo. 'Rajoy style'.

Irreductible ante los envites para abrir la boca. Siempre fue muy antiguo y salvo el plasma, se ha mantenido fiel a su creencia de que en boca cerrada no entran moscas. ¡Vaya si entran!

Quizá esté esperando a que aparezca un Excálibur, contagiado por el virus de Wuhan al que irremediablemente haya que sacrificar, para entender que ha llegado el momento siquiera de abrir los labios.

Llevas razón, Mariano, la cerámica de Talavera es una de las mejores del mundo.

Fin de la cita.

El hombre que tuvo que enfrentar la crisis del Prestige —¡Nunca mais!—, el cerco a las sedes de su partido cuando el 11-M —España no se merece un gobierno que les mienta—, la crisis de ébola —¡asesinos, ¡asesinos!—, las manifestaciones violentas en forma de marea cuando los "recortes" ante la quiebra de la caja pública testada en herencia por Zapatero, ha permanecido silente, Rajoy 'style', durante todo el largo y penoso confinamiento.

Mariano Rajoy Moncloa