El rey entre las masas

Han atinado, por una vez, los hombres y mujeres que forman el "círculo interior" del jefe del Estado a título de Rey. En lugar de estar atrincherados en palacio, —don Felipe, hay que volver a repetir por algunos que no se enteran, reina, no gobierna— han escogido mimetizarse con las masas españolas que andan ahítas por tener una referencia.

Es el único clavo ardiendo, no desde luego el más despreciable, al que puede asirse en unos momentos de enorme dificultad para llevar a cabo el rol institucional que la Constitución le reserva. Tengo para mí que el actual monarca tiene muy asimilado el hecho de que estará en la Zarzuela mientras sea útil al pueblo y al Estado, cuya soberanía reside en el primero.

"¿Es útil a los intereses de España o no? ¿Es más barato o más caro que una pretendida casa del presidente de la III República?"

Entiendo, e incluso pudiera compartir, el debate acerca de la mejor forma de Estado o de gobierno en pleno siglo XXI. La teórica superioridad de la república frente a la monarquía. Por supuesto. Y acto seguido debo escribir y escribo que hay repúblicas que funcionan muy mal su democracia y monarquías donde la institución es un prodigio de deber y derecho democrático, desarrollo económico y social.

¿Interesa o no interesa un rey como Felipe VI? ¿Es útil a los intereses de España o no? ¿Es más barato o más caro que una pretendida casa del presidente de la III República? ¿Tiene una aquiescencia ciudadana superior al rechazo? Estas son a mi entender las cuestiones al día que nos ocupa.

Hasta la fecha y tras seis años en el Trono, creo que el titular de la Corona ha cumplido con creces con la responsabilidad que le acucia.

El futuro, sin embargo, se le presenta, como a todos los mortales, en forma de arcano.