Pánico de Sánchez a su 'colega'

Ni los continuos errores que avanzan una desintegración de Podemos, ni los ataques de Iglesias a principios sustanciales básicos de la socialdemocracia -libertades y constitucionalismo-, ni la utilización de sedes e instituciones de todos para hacer ditirambos absurdos (“Naturalizar el insulto”), hacen que Pedro Sánchez ponga coto a los desvaríos de su 'colega', en expresión sanchista, que va por libre y que tiene acogotado a su teórico jefe.

Los caribeños ataques de su vicepresidente a la prensa, las furibundas descalificaciones al poder judicial cuando las sentencias no le son favorables, la carga de Iglesias contra un posible pacto con Ciudadanos (“no se lo cree nadie”, ha dicho hace unas horas), no le parecen razón suficiente al jefe del Ejecutivo para poner orden en un consejo de ministros trufado de incompetencias, desconfianzas y abuso de poder. Ahora también el asunto de la monarquía arroja más ácido sulfúrico sobre el mantel de un gobierno a todas luces incapaz de afrontar los muy serios problemas a los que se enfrenta una sociedad que mira impávida como la manejan.

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Alberto Pérez Giménez

Es difícil encontrar en el mundo libre un gobierno tan variopinto como el español. Porque no existe. Un presidente que “no hace valoraciones sobre mi colega en el Gobierno…” cuando aquel entra como pollino en cacharrería…¡Lo nunca visto! Lo que en la práctica equivale a sostener las posiciones del bolivariano. Y se queja de que nadie le tome en serio cuando se sube al falcon y pretende ayudas exteriores “gratia et amore”. Sánchez es consciente de que no puede ir por el mundo libre con esos acompañamientos. Ministras como Margarita Robles, Calviño, Montero, Calvo se rasgan las vestiduras ante el hecho de tener que compartir tribuna con un señor que todo lo que ofrece es insultos para “democratizar” las “cloacas”.

Medios próximos al presidente no tiene ya reparo alguno en hablar del miedo que le produce el posible abandono de Iglesias de un Gobierno que hace agua por todos los costados. De ahí, su complacencia dadivosa con “el” vicepresidente. Y también porque los charcos de Iglesias le convienen personalmente. La última propuesta venía garantizándose: “normalizar” a los herederos de ETA.

¡Vivir para ver!