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Dos años de Casado
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Graciano Palomo

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Dos años de Casado

El que fuera politólogo de cabecera del exgurú Pedro Arriola, Peter Drücke, dijo que las elecciones en las democracias no las ganan la oposición. No. Las pierden los gobiernos

Foto: El líder del PP, Pablo Casado. (EFE)
El líder del PP, Pablo Casado. (EFE)

Se cumplen ahora dos años desde que Pablo Casado se sentó en el sillón que durante siete años había dejado sin utilizar Mariano Rajoy en la planta séptima de Génova 13. Nunca un dirigente del centro-derecha en España se tuvo que enfrentar a un cuarteo y desconcierto general del Partido Popular tras la pérdida del poder por una moción de censura, ni nunca la militancia había tenido que decidir con voto propio quién designaba como su nuevo comandante en jefe. Ni nunca un relativamente desconocido representante de Nuevas Generaciones derrotaba en congreso abierto a una vicepresidenta y a una secretaria general.

Pocos meses después, con los equipos a medio confeccionar, sufre un tremendo varapalo electoral que posibilita la sustanciación de otras fuerzas políticas del centro y la derecha radical, asunto ese novedoso también en el panorama español.

Tras veinticuatro largos meses en una España en clara decadencia como nación y como sociedad, el PP de Casado se presenta como la única posibilidad de alternancia, aunque la persistencia de Pablo Iglesias en decirle todas las semanas —cuando se le pregunta por Dina e Irán— que nunca llegará a ser presidente, le ofrece en efecto esa posibilidad.

"Tengo que escribir y escribo que muchas de las cosas que oigo y leo acerca de Casado y sus posibilidades me suenan viejas"

No lo ha tenido ni lo tiene nada fácil. Mientras desde ese espectro político —que es la mitad del país, incluso algo más—, se ofrezcan tres posibilidades de voto, tendrá que perder toda esperanza. Calculadora en mano, resulta de todo punto imposible.

Tengo que escribir y escribo que muchas de las cosas que oigo y leo acerca de Casado y sus posibilidades me suenan viejas. Lo mismo dijeron de Aznar (1990/2004) y posteriormente de Mariano Rajoy. Ausencia de carisma, no engancha, titubeos, luchas internas, 'maricomplejines' y un largo etcétera.

El que fuera pensador y politólogo de cabecera del exgurú Pedro Arriola, Peter Drücke, dejó escrito que las elecciones en los países libres y democráticos no las ganan la oposición. No. Las pierden los gobiernos.

Creo que está todo dicho.

Se cumplen ahora dos años desde que Pablo Casado se sentó en el sillón que durante siete años había dejado sin utilizar Mariano Rajoy en la planta séptima de Génova 13. Nunca un dirigente del centro-derecha en España se tuvo que enfrentar a un cuarteo y desconcierto general del Partido Popular tras la pérdida del poder por una moción de censura, ni nunca la militancia había tenido que decidir con voto propio quién designaba como su nuevo comandante en jefe. Ni nunca un relativamente desconocido representante de Nuevas Generaciones derrotaba en congreso abierto a una vicepresidenta y a una secretaria general.

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